La remota isla de GAUGUIN Y BREL - 27 de Marzo de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 631641641

La remota isla de GAUGUIN Y BREL

La sencillez del lugar amplifica el efecto: la llegada del avión desata un alboroto. Buena parte del pueblo de Hiva Oa -una de las once Islas Marquesas, a cuatro horas de vuelo de Papeete y 1.400 kilómetros al noreste de Tahiti- parece estar aquí. Esperan o despiden familiares y amigos, enfundados los hombres en floridas guayaberas y las mujeres con coronas de flores. Se escuchan ukeleles y tambores.

En medio del tumulto, una mujer -baja, caderuda, entrada en años, con una coqueta corona de flores en la cabeza- se acerca. Es Isabelle, que maneja la pensión Temetiu, donde alojaré. En su 4x4 doble cabina partimos por un serpenteante camino asfaltado hacia Atuona, el pueblo principal de la isla, a diez kilómetros del aeródromo. En la ruta vemos mangos y breadfruit. También, pequeños cultivos de papa, piña y hortalizas en terrazas. Prácticamente no hay autos.

De pronto, Isabelle apunta y dice: "Beaucoup du cheval sauvage" . "Un montón de caballos salvajes". Hay muchos, dice. Quizá ahí esté parte del espíritu que un día hizo de esta isla un refugio para dos artistas famosos y, también, algo salvajes. El pintor Paul Guaguin y el cantante Jacques Brel.

Esa es la isla que espero ver.

Atuona está en la falda del monte Temetiu, el más alto de Hiva Oa (2.260 metros), que sale del mar como un enorme torso humano con dos brazos que rodean la bahía de un pueblo fantasmal: casi no hay gente en las calles.

La pensión a la que voy está a media altura del monte y tiene una vista maravillosa. Son seis cabañas sencillas y un área principal con comedor. Isabelle, que es cocinera, dice que puedo sacar lo que quiera del bar. Solo debo anotar mis consumos.

Como la cena es a las siete, hay tiempo para caminar. Llego al cuartel naval en pleno centro y, a un costado, veo la escuela. Hay comercios donde venden alimentos y abarrotes, pero nada más. Ni cafés, ni bares, ni restaurantes. Sí hay casas de un piso con jardines cuidados, llenos de buganvilias, hibiscos y plumbagos. Los escasos transeúntes me miran con discreción y curiosidad. No hay manera de disimular quién es afuerino. Entre ellos hablan en lengua marquesana. En presencia de un turista, en francés.

Lo que busco ahora mismo es el cementerio. Allí se encuentran enterrados esos dos grandes: Paul Gauguin y Jacques Brel.

La última dirección de estos personajes está subiendo un cerro y tiene una panorámica completa sobre la bahía. Lo rodean árboles de tiare y frangipani porque se cree que la fragancia de sus flores ayuda a las almas a ascender al cielo.

Gauguin vino a Tahiti en...

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