¿Religión democrática? - 23 de Abril de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 677658857

¿Religión democrática?

Hasta donde se sabe, Javiera Parada no cometió un delito, sino una falta y una imprudencia sin consecuencias dañinas para nadie (salvo, según se enteró esta semana, para ella misma y su futuro político).

¿Qué explica entonces la decisión de Revolución Democrática, el movimiento al que ella pertenece?

Se trata de una decisión que descansa -sin coincidir del todo- con un punto de vista razonable: quienes aspiran a manejar los asuntos públicos deben estar sometidos a un estándar de comportamiento superior a la gente de a pie que no aspira a dirigir a nadie.

Sin embargo, en el caso de Revolución Democrática, esa decisión, en vez de haber sido comunicada de esa forma, haciendo explícita la razón que la motivaba, ha estado envuelta en una niebla colectiva y vaga que arriesga que la demanda de un comportamiento razonable se transforme en una ambigua demanda de pureza cuyo cumplimiento, en vez de estar entregado a estándares racionales comunicados ex ante , parece entregado a la decisión de la mayoría. Es razonable que la mayoría establezca y comunique con antelación criterios de buen comportamiento luego de una deliberación racional, pero no es razonable que la mayoría, solo en razón de ser una mayoría, juzgue el comportamiento o la aptitud moral de alguien para ejercer un cargo.

La sanción que se aplicó a Javiera Parada -porque eso fue- pone de manifiesto una de las características que poseen estos movimientos generacionales.

La principal de esas características (fuera del reciente descubrimiento del pensamiento abstracto que los hace concluir verdades irrefutables) es el anhelo de pureza. Los miembros de esos grupos suelen creer que no tienen culpa alguna en los males de este mundo y, amparados en la falta de pasado, creen que la historia es un asunto que les es del todo ajeno y de la que solo podrían ser víctimas o espectadores. Junto con ello, piensan que la vileza y el mal del mundo es el fruto del individualismo egoísta, de la competencia, de la falta de abrigo del grupo, algo que la mayoría, como expresión del colectivo, podría curar de una vez y para siempre.

La conducta de Javiera Parada -pasarse de copas y así y todo manejar su automóvil- es un pecado imperdonable, porque parece desmentir todo ese ideario que anima la autoimagen de esos grupos, que, de pronto, descubren lo que cualquier observador de las culturas...

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