El relator que mató, mató, mató - 26 de Marzo de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 631628081

El relator que mató, mató, mató

Abraham Díaz, su padre, no entendía de fútbol; él era un hombre de campo y esperaba que sus seis hijos trabajaran en la tierra. "Cuando estaba en el colegio pensé que me iba a quedar en el campo, por eso me esforcé demasiado para trabajar en otra cosa", dice hoy Ernesto Díaz, a sus 52 años.

Pero cuando Abraham supo que su hijo se iba de la casa para ser comunicador deportivo, lo primero que hizo fue preguntarle qué era eso. "Me dijo que comentando un partido no iba a ganar plata. Me advirtió que no iba a subvencionar a flojos y que me compraría un taxi", recuerda.

En 1986, Ernesto Díaz hizo su práctica en Panamericana, una radio AM. Por seis meses no ganó un peso, y en los partidos desde el Estadio Nacional, pagaba el teléfono para poder transmitir en directo.

Allí, Díaz miraba la caseta de los relatores en vez de a los jugadores. "Ellos no pescaban a nadie: Julio Martínez pasaba y no miraba. Livingstone menos, agarraba un maletín y chao. Nicanor Molinare era un viejo de dos metros, qué le ibas a decir. Raúl Prado era un monstruo. Yo quería ser como ellos".

Un día lo llamaron de radio Chilena. Le pidieron que se encargara de los móviles afuera del estadio: regalaba jugos, cervezas y máquinas de afeitar. Otros días trabajaba desenredando los cables que quedaban tirados después de las transmisiones. Hasta que ocurrió lo que estaba esperando. Una tarde no llegó un informador de cancha. Ernesto Díaz Correa tenía 24 años y desde entonces no dejó de transmitir en la radio. Se convirtió en el relator oficial, su fama creció, todos le decían que era el mejor, que atraía a las audiencias, que estaba creando escuela. Pero un día dejó un partido hasta la mitad. Había perdido la voz.

En la mesa de su living en La Florida, Díaz tiene los recortes y fotocopias de artículos de prensa en los que ha aparecido. Detrás de una puerta están colgadas todas las credenciales de los partidos a los que ha entrado. Y en un cajón guarda sus pasaportes vencidos, repletos de timbres.

En las esquinas de su casa hay fotos de sus hijos, Benjamín y Simón. Con su esposa, Matilde, llevan 23 años casados y ella vive en Curicó. Es matrona y una vez a la semana Díaz viaja para estar con ella y su hijo menor, quien nació hace 10 años, mientras locuteaba un partido de la UC en Perú. "Me avisaron que nació Simón cuando terminé de relatar y por un año estuve peleado con mi jefe. La Católica me regaló una camiseta autografiada por todos los jugadores del equipo".

Hoy, en Cooperativa...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR