La rehabilitación de los agresores - 23 de Febrero de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 594136590

La rehabilitación de los agresores

-Me dejé llevar. No me controlé.

Mario vio cómo la cara de su mujer se tornaba roja. Ella no podía respirar, se estaba asfixiando. El hombre solo reaccionó con el llanto de sus dos hijos. Los niños, entonces de 6 y 13 años, contemplaban la escena al otro lado del living.

Mario entonces era administrativo de una multitienda y se había casado en 2000. Desde el primer momento los problemas de la pareja estuvieron ligados a su abuso del alcohol y las drogas. Su mujer, a diario, reclamaba que él gastaba el sueldo en marihuana, que no llegaba a dormir. La respuesta de Mario eran gritos e insultos. Un día Mario la empujó contra una muralla. Ella estaba embarazada. Fue otro de los recurrentes episodios de violencia del matrimonio.

Lo que pasó después del viaje a Horcón fue el punto de crisis.

Mario volvió a recordar esa tarde de 2007, tres años después de separarse de su ex mujer. Estaba en una de las salas del centro para Hombres que Ejercen Violencia de Pareja (Hevpa), en Santiago, donde llegó en busca de ayuda. En ese momento miraba un afiche que decía "Violentómetro": una figura con los distintos niveles de violencia intrafamiliar. En amarillo aparecían las más leves (como ofender). En naranja, las de mediana intensidad (como golpear).

Al final de la tabla, en rojo, aparecía "asesinar".

Después de mirar el "Violentómetro", Mario se preguntó: "¿Hubiese matado a mi ex mujer?".

La respuesta fue instantánea: "Sí".

El programa

Los centros para Hombres que Ejercen Violencia de Pareja (Hevpa) partieron en 2011. El proyecto comenzó en seis ciudades, pero solo desde 2012 cuenta con una sede por cada región del país. En 2014 ingresaron 1.168 hombres a los 15 centros que hay en todo Chile. Desde que existe el programa han entrado más de cinco mil.

Según el Servicio Nacional de la Mujer -organismo encargado de la iniciativa- , un 35,7 por ciento de las mujeres es víctima de violencia. Las cifras dicen que una mujer tarda, en promedio, siete años en denunciar que es maltratada. Del total de mujeres que reconocen haber sido víctimas de violencia intrafamiliar, el 64 por ciento vuelve con sus parejas.

-Lo que nosotros tratamos es la violencia que se ejerce desde un privilegio masculino instalado en la cultura. Lo primero que les decimos a los hombres es que la violencia no es una condición ni una enfermedad, es un método que se aprende culturalmente y que ese aprendizaje se puede revertir -explica el psicólogo Rubén Arenas, encargado nacional de los centros Hevpa.

El primer paso es que los agresores reconozcan que han sido violentos. Es el principal requisito para ingresar al programa. Deben entender que no solo los golpes son sinónimo de violencia, sino que hay diez tipos: violencia física, psicológica, sexual, económica, manipulación de los hijos, privilegio masculino (disminuir el rol de la mujer en la familia). También están la intimidación, aislamiento, amenaza y minimización.

No todos los casos pueden ser atendidos. Según Rubén Arenas, las personas con rasgos psicopáticos, condenados por abuso sexual a menores, por violación o adictos a las drogas deben barajar otra alternativa para rehabilitarse.

-Todos los hombres que llegan al centro pasan por la etapa de evaluación de cuatro sesiones. Luego se decide si son candidatos o no. Pero a muchos que ingresan al centro, en paralelo, se les pide que hagan terapia individual o tratamiento de alcohol y drogas...

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