'Las redes sociales han contribuido a infantilizar la política y la cultura'
Apasionado por los clásicos y autor de uno de los blogs más leídos de "El Cultural" (el suplemento de cultura del diario El Mundo), Rafael Narbona se distingue por su calidez humana y por su amabilidad como entrevistado. También por no temer abordar etapas difíciles de su vida -como sus problemas de salud mental- y por profundizar en aspectos que otros prefieren dejar en la intimidad, como su condición de "creyente problemático".Hoy este profesor de filosofía (Madrid, 1963) que estudió en la Universidad Complutense es una de las firmas españolas de más prestigio dentro del panorama cultural español, aunque eso no quita que haya recibido intensos ataques en las redes sociales, de parte de sectores políticos de izquierda y derecha. Narbona vivió una etapa de izquierda radical que ha relatado en sus escritos, pero actualmente es un gran enemigo de los radicalismos.El crítico literario de "El Mundo" es autor de obras como "El sueño de Ares" (2015), una meditación sobre la violencia, y "Peregrinos del absoluto" (2020), un recorrido por la literatura mística donde incluye a Teresa de Ávila y Simone Weil, pero también a Bataille y Cioran. El año pasado este lector empedernido - "la lectura es siempre una experiencia creativa"- publicó "El coleccionista de asombros", un ecléctico conjunto de semblanzas y episodios vividos por 27 escritores y pensadores. Entre ellos, Sylvia Plath, Cavafis, Alejandra Pizarnik, Hannah Arendt, Javier Marías, Thomas Bernhard y Pessoa.-Ha comentado que "la buena crítica es un género literario más. Una reseña debe ser una respuesta creativa a un texto". ¿Cómo ve la situación de la crítica literaria, con espacios cada vez más exiguos y que convive con miles de blogs que opinan de libros?"La crítica literaria ha muerto. Lo que decimos los críticos ya no le importa a nadie. Creo que los últimos críticos influyentes fueron Harold Bloom y Reich-Ranicki. Sus opiniones consagraban o defenestraban. Un concepto mal entendido de igualitarismo ha despojado a los críticos de autoridad. Hoy se piensa que la opinión de cualquier lector vale lo mismo que la de un crítico con una larga trayectoria y muchas lecturas. Los periódicos cada día dedican menos espacio a la cultura y escasean las críticas adversas. En muchas ocasiones, los críticos parecemos simples comerciales, lo cual es nefasto. Suena mal, pero un crítico debe ejercer cierta brutalidad intelectual. No hacerlo es un gesto de deshonestidad. Isabel Allende vende mucho, pero es una...
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