Rebelión en la granja: la creciente dignidad de los animales - 8 de Mayo de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 637784333

Rebelión en la granja: la creciente dignidad de los animales

"Más vale ser un animal de compañía que un animal para carne", escribe Franz-Olivier Giesbert en su libro "Un animal es una persona" (Alfaguara), recién llegado a librerías chilenas. También dice: "Comer carne de ganadería intensiva es, pues, comer humillación, angustia y dolor", el "matadero es una de las últimas tierras ignotas de nuestras democracias"... y "eso que la transparencia es la ideología de la modernidad".

Giesbert es un escritor y periodista nacido en Estados Unidos, pero radicado en Francia, donde dirigió el semanario Le Point y ha sido premiado por algunas de sus novelas. "Un animal es una persona" nace de las lecciones "de toda una vida con los animales". Para Giesbert, hablar de los derechos animales es hablar de sus "amigos", pero no en general, sino de Perdican -un chivo que tuvo cuando niño- o de Coco -un loro con el que compartió ya de adulto. También de sus gatos, arañas -"ese animal pensativo"-, y perros. "Nunca olvidaré la risa del labrador que se entretenía escondiéndome los zapatos". Su lógica es simple: la compasión no se puede dividir, qué importa si los "humillados y ofendidos" llevan ropa, plumas o lo que sea: "La solidaridad, o es total o no existe". Luego: si los animales son hermanos nuestros -y lo son, como cada vez más lo demuestran las ciencias y "como ya lo decía San Francisco de Asís"-, "vamos a tener que darles otro trato", uno en el que ya no sean máquinas "de producir carne, leche o huevos". Hay que devolverles la dignidad, "desde luego", pero "también la mismísima animalidad"; "ya es hora de que nos bajemos del pedestal" para reconciliarnos con el mundo de los otros animales, "para escucharlos y entenderlos".

Al menos, dice, podemos partir por "humanizar" los mataderos -suponiendo que pueda existir un matadero "humano", agrega-, esto es, seguir ciertas pautas que reduzcan al mínimo, cuando no a cero, el estrés y sufrimiento de los animales, desde su cría hasta su muerte. Por ejemplo, adormecerlos antes de matarlos.

La culpa es de Descartes

Cuando Descartes dijo "pienso, luego existo", quizás quería decir algo como "porque lo pienso, existe, es así". Para Giesbert la culpa de la cosificación de los animales la tiene el filósofo francés y su "grotesca" teoría del animal-máquina, o sea, un autómata que no siente. Al lado del francés, pone a herederos como Kant, Hegel, Marx y al "comunista" Sartre, "clon filosófico" -dice- del "nazi" Heidegger: si este cree que el mundo de los animales es pobre, aquel...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR