Raúl Zurita ' Es brutal la indefensión en la que estamos' - 26 de Octubre de 2019 - El Mercurio - Noticias - VLEX 820618109

Raúl Zurita ' Es brutal la indefensión en la que estamos'

Es una tarde de viernes de fines de septiembre. Hay mucha gente en el GAM, en el Festival de Autores. En el escenario central anuncian al invitado estelar. Se proyecta en una pantalla gigante este verso: "Zurita -me dijo- sácate de la cabeza esos malos pensamientos".Raúl Zurita, el poeta, 69 años, Premio Nacional de Literatura, con la barba blanca y un poco encorvado, deja el brazo de su rubia mujer sentada en primera fila y sube a la tarima. Avanza lentamente hasta el centro del escenario y se agarra del micrófono. Dice: "A Paulina Wendt, con quien moriré", refiriéndose a su mujer, antes de ponerse a recitar con los ojos cerrados y la voz rasposa.Han pasado solo unas semanas desde que regresó de Italia, donde estuvo nueve meses viviendo en Pavia, un pueblito cerca de Milán. Zurita, que tiene ascendencia italiana por el lado de su madre, hizo uso de esa nacionalidad para tratarse el parkinson en la salud pública del país europeo, donde asegura le salió gratis.-Estuve tanto tiempo allá porque como en todo sistema público hay listas de espera -dirá después en su casa.Hace 20 años que Zurita convive con el parkinson, un trastorno progresivo del sistema nervioso central que afecta el movimiento, causa rigidez y temblores. Al principio, dice, era imperceptible. Pero en el último tiempo había avanzado y le jugaba malas pasadas.-En Italia descubrí lo que es la solidaridad de los italianos. Un día me caí en la calle, pero me caí con todo. Y se me acercó una señora de unos 105 años, chiquitita, arrugada, y me ofreció el brazo para que me pusiera de pie.En Milán se sometió a una operación llamada Deep Brain Stimulation (DBS), que implica la instalación de una suerte de marcapasos, a la altura de la clavícula, que envía impulsos eléctricos a zonas específicas del cerebro.-¿Antes de la operación cómo estaba?-No podía caminar casi. No podía cruzar las puertas. Me caía. Pero a mí nunca me ha importado.-¿Por qué decidió operarse si no le importaba?-Más bien por la gente que me rodea, los que amo. Ellos sufrían más que yo. La Paulina, los hijos de la Paulina, mi hermana, mi madre que aún está viva y tiene 96 años.-¿Ellos lo convencieron o tomó usted la decisión?-Fue sobre todo mi mujer. Nosotros partimos bailando: íbamos a la Habana Club a bailar salsa. Hace 20 años yo tenía el parkinson, pero no se notaba nada. Fue lo primero que le dije: "Tengo parkinson". Pero en ese momento era solo una palabra.-Y a ella no le importó.-No (se ríe). Y aquí estamos.-¿Cómo es la operación que se hizo?-Sin anestesia. Yo estaba consciente de todo. Feroz. Por eso me hicieron muchos exámenes psicológicos, psiquiátricos antes. Son cuatro médicos. Te hacen unos tajos (en la cabeza) y hay un tipo que te tiene que estar controlando. Si no estás despierto, se pueden equivocar y puedes quedar tonto.-¿Tuvo miedo?-Miedo no, pero los últimos cinco minutos fueron terroríficos. Me dolía demasiado. Y por otro lado, decía: "Ya no me queda nada, cómo voy a flaquear ahora". Me dijeron: "Diga todos los garabatos que sabe". Y yo: "Conch..., hijo de p...". Tenía la imagen de la Paulina.-¿Por qué pensaba en ella en...

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