Tu(R.I.P.)SMO en Colma - 24 de Junio de 2018 - El Mercurio - Noticias - VLEX 729686553

Tu(R.I.P.)SMO en Colma

La novela que leí hace ya unos cuantos años y donde supe de Colma se titula Alive in Necropolis y venía firmada por el entonces debutante Doug Dorst (quien desde entonces ha publicado una muy buena colección de relatos y un libro objeto más bonito que nada junto a J. J. Abrams). Y el libro -a pesar de una portada poco atractiva, con aire de comic barato- me enganchó desde el texto de solapa. Porque allí se hacía referencia a Colma, California: "la única ciudad incorporada en Estados Unidos en la que los muertos superan en número a los vivos". Una "ciudad cementerio" prestando servicio a San Francisco y donde estaban enterrados -entre los casi 2.000.000 de difuntos y sumando- el jugador de baseball Joe DiMaggio, el pistolero Wyatt Earp, el magnate William Randolph Hearst, el pionero de los blue-jeans Levi Strauss, Alice B. Toklas (solo en nombre en el mausoleo familiar; su cuerpo está en París, junto al de Gertrude Stein), y el perro de Tina Turner (en las fotos con el mismo peinado de su ama y señora) amortajado, dicen, con uno de los abrigos de mink de su dueña y diva con esas piernas largas y esa garganta tan profunda de la que salen canciones como I Don't Wanna Lose You o Without You.

Enseguida, claro, Wikipedia y Google y, sí, Colma existía más allá de su aire decididamente mítico y fantasioso.

Y la novela era muy divertida y bastante buena (contando las idas y vueltas del policía novato Michael Mercer entre gangsters mortales y fantasmas inmortales) y se leía como una cruza entre Chinatown, Thomas Pynchon, X-Files y Ed McBain a ser filmada, de ser posible, por los hermanos Coen o por Wes Anderson o por David Lynch, según el humor que uno tenga ese día.

Y Alive in Necropolis quedó atrás, pero yo siempre tuve a Colma por delante.

Y, finalmente, hace unas pocas semanas, por fin llegué a Colma.

Se llega a Colma sin complicaciones ni demoras. Bastan unos veinte minutos y unos quince kilómetros y algo así como 4 dólares de ida y 4 de vuelta desde la estación de trenes de cercanías de Powells (BART; el mismo trayecto, y a mitad de camino, que te lleva al o te trae del aeropuerto) en pleno centro de San Francisco, en Market Street. Junto a esos tranvías y a pocas cuadras del puerto de donde salen los ferrys para cruzar la bahía. El caótico centro de San Francisco tiene algo de decadente y agonizante (locos aullando y homeless vagando y turistas turisteando) y, aunque atractivo, siempre hay un buen motivo para dejarlo por un rato salir a las más reposadas afueras.

Y, en principio, la estación de tren de Colma no es muy diferente de aquella en la que te bajas para vagar por los verdes campus de Berkeley y Oakland, desbordantes de jóvenes caminando con todo el futuro a sus pies. En Colma, flanqueada por la montaña de San Bruno, también hay mucho verde pero lo que más está presente es gente acostada y con nada de mañana y tanto ayer. Descansando en paz, se supone, bajo hierba o bajo mármol. Muertos, no de cansancio sino muertos de muerte.

Y, sí, hay algo decepcionante de entrada: porque me imaginaba llegando a un paisaje mezcla Gormenghast en versión Tim Burton con esas perspectivas de vértigo en el cementerio de Central City donde tiene su guarida secreta, bajo su propia lápida, The Spirit de Will Eisner. Nada que ver: desde sus bordes, Colma podría ser cualquiera de las...

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