¿Quién mató a Erica Hagan? - 4 de Octubre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 537548382

¿Quién mató a Erica Hagan?

Ese viernes, según Marta Muñoz, jefa del Departamento de Inglés, Erica debe haber llegado a la sala de profesores a las 8:30. Estuvo en clases con grupos de primero medio, octavo y cuarto medio. Después, a las 13:10, almorzó carbonada en el casino del colegio. A las 14.30 regresó a su departamento.

Desde que Hagan llegó, Marta Muñoz se convirtió en una suerte de figura materna lejos de casa. Marta la conocía desde 2010, cuando fue a visitar a su hijo Ariel Gutiérrez a Georgetown College, en Kentucky, donde él estudiaba becado. En esa pequeña universidad bautista, privada, fundada hace 185 años, Erica era alumna de Psicología y amiga de una novia de Gutiérrez. Dos años después, en mayo, Hagan viajó a Temuco junto a otras 12 personas de Georgetown. Llegaron al Colegio Bautista como misioneros a dar su testimonio a los alumnos. Se quedaron 15 días, pero la relación entre ambas se mantuvo. Una vez, hace un par de años, Marta le planteó a Erica que podía volver, tomando un cupo que entregaba el convenio y que permitía que alumnos de Georgetown reforzaran la enseñanza del inglés en el colegio durante un semestre. Tomando esa opción, Erica Hagan llegó a Temuco el 28 de julio como una chica introvertida, que hablaba poco español y que, por eso, buscaba la compañía de Marta. Pero con las semanas, Hagan saldría con más gente.

-A mí me llamó la atención cuando Erica me dijo que se iba a juntar con Robinson, que es un ex alumno del colegio -dice Muñoz-. Porque me lo dijo ese mismo día. ¿A qué hora se van a juntar?, le pregunté, porque yo sabía que en la noche iba a ir al gimnasio. No sé, me dijo. Él me va a contactar.

Ese 5 de septiembre, probablemente después de clases, Erica publicó una entrada en su blog Never forget, always travel (Nunca olvides, siempre viaja). Decía que amaba ser de Kentucky. "Aunque en realidad -escribió- quedarme quieta nunca ha estado en mi sangre (...). Viajar también es algo que nunca pensé que podría hacer, simplemente digamos que en mi familia no crecimos con muchas cosas".

Esas ideas también estuvieron en la conversación con Robinson Soto. Se habían visto por primera vez en 2011, cuando Soto viajó durante un semestre a Georgetown a pulir su inglés. No eran amigos, pero tenían conocidos en común. Se agregaron a Facebook y este año, cuando él vio que ella estaba en Chile y que quería conocer lugares, le escribió en su muro. Se ofreció para acompañarla. Ella le dijo que se juntaran por un café antes, que hablaran, que pudieran conocerse mejor. Eso hicieron ese viernes.

-Ella quería ir a una isla donde hubiera pingüinos -cuenta Robinson-. A mí eso no me sonó a nada. También quería ir a Machu Picchu, pero era muy caro el pasaje. Estaba desilusionada, porque los precios de los vuelos locales eran caros y ella no tenía dinero. Le pagaban poco en el colegio, 300 mil pesos. Por lo mismo, prefería ir a lugares cercanos.

Durante la conversación, Erica le dijo que en diciembre debía volver a estudiar un posgrado. Y que no tenía la plata para pagarlo. Eso, dice Robinson, la preocupaba. Él pensó que podrían escalar el volcán Villarrica, y a ella le gustó la idea. Antes de regresar, pasaron al Jumbo a comprar una botella de agua mineral de 5 litros. Robinson recuerda que antes de pasar...

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