Por un puñado de aplausos - 17 de Marzo de 2019 - El Mercurio - Noticias - VLEX 772745145

Por un puñado de aplausos

¿Es correcto permitir el control de identidad -el control policial- a niños de catorce años?No, no lo es. Y ese proyecto -si se presenta- debe ser rechazado.Las razones sobran.Desde luego, una sociedad democrática debe, por principio, evitar hasta donde eso sea posible la intromisión del Estado en el cuerpo o el quehacer de las personas. Las personas en una sociedad de esa índole son ciudadanos y no súbditos, y la libertad de locomoción de que disponen, de moverse de un lugar a otro llevando el aspecto que prefieran o expresar lo que sienten, inmunes a la opinión o la conducta de los demás, es uno de los derechos más básicos que se dispone en la ciudad.El Presidente -en un momento de sinceridad que fue casi un lapsus - ejemplificó las bondades de la medida que propone (y en la que tantas esperanzas, no exactamente relacionadas con la seguridad, abriga) diciendo que de esa forma la policía podría controlar los desmanes en una protesta; pero como el supuesto del control de identidad es que no haya habido desmanes (puesto que el control es para impedirlos), lo que el Presidente está inconscientemente promoviendo, en el ejemplo, es un control de la protesta misma. Controlar un discurso antes que haya injuria, es simplemente controlar el discurso; del mismo modo, controlar una protesta antes de que haya desmanes equivale simplemente a controlar la protesta; pero, ¿desde cuándo es razonable controlar un acto de protesta que no constituye una infracción de la ley?Se dirá que tolerar el control de identidad a niños y niñas es un sacrificio trivial al lado de los beneficios que con él se obtendrían; pero un argumento como ese es obviamente falaz y esconde una petición de principio (parte afirmando lo que debería demostrar), porque lo que aquí se discute es si efectivamente en un Estado democrático dar mayores facultades de intrusión a la policía -sin que haya delitos de por medio- es una cuestión baladí. Y, obviamente, no lo es: ¿desde cuándo decidir que el poder coactivo del Estado y la amenaza de su ejercicio puedan emplearse contra alguien que no ha infringido la ley es un asunto trivial?"Quien nada hace, nada teme", intervino el ministro del Interior; pero se equivoca.Se equivoca flagrantemente.Porque en la sociedad chilena hay muchas personas, entre ellos los jóvenes pobres, que no han hecho nada y tienen sobrados motivos para temer los prejuicios de la policía (y de muchas otras personas, claro está) que, en una especie de automatismo...

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