Un pueblo de demonios - 23 de Julio de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 688662001

Un pueblo de demonios

El Comité Permanente de la Conferencia Episcopal se refirió este viernes a la reciente aprobación (que casi llega a término) del proyecto de ley que permite, en ciertos casos, el aborto.

¿Qué dice el Comité Permanente?

Dice, en lo fundamental, dos cosas: una, digna de atención, y la otra, indigna.

La indigna (equiparable a las frases dichas por algunos senadores durante una discusión insomne, como la que pronunció el senador Espina cuando aludió a "violaciones normales") se encuentra en el primer párrafo de la declaración. Luego de señalar que el proyecto discrimina injustamente a los seres humanos (incurriendo en la obvia petición de principio de que la mórula o el embrión inviables equivaldrían a un ser humano completo) concluye:

Ahora en Chile habrá niños y niñas considerados "descartables", como ha llamado el Papa Francisco a todos los seres humanos que la sociedad margina porque "incomodan" o porque no son considerados dignos de vivir.

Pero ocurre que las razones que obran en favor de permitir el aborto no equivalen a ninguna de esas que mencionan los obispos en su declaración (y al revés del senador Espina, ellos no cuentan con la excusa de que estaban en vela a la hora de pronunciarla). ¿Es razonable decir que, una vez que el proyecto se apruebe, estará permitido en Chile "descartar" a un ser humano en razón de la "incomodidad" que causa o porque no sea considerado "digno"?

No. Esa descripción que los obispos hacen del proyecto y sus consecuencias no es razonable. Peor. Desfigurar a tal punto el proyecto es desleal con el debate público.

Las causales que el proyecto de ley contempla no lo son en razón de ninguna "incomodidad", lo son porque en cada uno de esos tres casos (el del feto inviable, el de riesgo de vida de la madre o el del embarazo que resulta de una violación) se pone a la mujer en una situación que, para sobrellevarla, requiere de su parte una actitud heroica, una conducta que puede ser buena, pero que está más allá de la que los seres humanos pueden exigirse coactivamente unos a otros. No se trata entonces de situaciones "incómodas", sino de situaciones en las que cualquier decisión es dramática. Y como la ley en una sociedad plural no puede fundarse en una moral de aspiración, una moral que pide a sus miembros comportarse heroicamente, una moral que les obligue a soportar con estoicismo las flechas del destino o las consecuencias de la agresión de otros seres humanos...

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