Publican escritos de Pedro Morandé sobre antropología cristiana - 14 de Enero de 2018 - El Mercurio - Noticias - VLEX 700978089

Publican escritos de Pedro Morandé sobre antropología cristiana

Este vínculo entre la teología del Verbo encarnado y una antropología de la persona constituye el meollo de la enseñanza de Juan Pablo II, que se recoge en estos textos de un modo singular, sobre todo por el lado de una antropología sociocultural. La antropología es la pregunta por el sentido de la propia existencia. Morandé siempre tuvo la convicción realista de que ese sentido no era una atribución puramente subjetiva y arbitraria de cada cual, sino que hunde sus raíces en la naturaleza misma del hombre. Esa naturaleza queda delimitada por las dos imposibilidades ontológicas de lo humano: la primera consiste en que nadie puede darse la vida a sí mismo, y la segunda en que aquella vida que recibimos de otros está destinada, sin embargo, a la muerte. Nadie elige la existencia que posee y, por ende, toda existencia se experimenta como un don recibido de otros. El contacto con una realidad que no elegimos hace emerger la pregunta por el origen, que constituye esa apertura original hacia lo que nos antecede y nos sitúa en una determinada historicidad. El hombre goza de libertad para recibir aquello que le ha sido dado, o para rechazarlo e intentar un nuevo comienzo, aunque siempre bajo el entendido de que nadie puede comenzarse a sí mismo absolutamente y que, en algún momento, debe reconocerse en sus propias raíces a riesgo de contrariar su propia naturaleza creatural. La persona aparece entonces como fundamento ( subjectum ), siempre situada en el soporte de lo que otros le han brindado y en la intelección de lo que se ha hecho y pensado antes que uno. En la familia y en la cultura se conservan de modo especial esas preguntas referidas al fundamento y al origen, bajo el modo de símbolos y ritos que conmemoran y protegen la memoria de aquello que nos hace ser lo que somos. El ser que nos ha sido dado, sin embargo, no puede escapar a la muerte. La pregunta por el destino de lo humano es ineludible y constituye la fuente de la dramaticidad de la vida. También el hombre es libre para reconocer su propia finitud o para ignorarla, aunque este último camino no elimina la realidad del sufrimiento, del dolor y de la muerte. Así como el origen es trascendencia, también lo es el destino de cada cual, y así como nadie puede iniciarse a sí mismo, tampoco nadie puede procurarse vida eterna. En todo aquello que es fundamental en la vida humana estamos en manos de otros, y en último término de Aquel en quien todo desemboca.

El impacto de la sociedad...

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