La prueba de fuego - 21 de Abril de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 677568421

La prueba de fuego

La derecha está muy a gusto con la Constitución del 80 desde el mismo día en que concurrió a aprobarla, y siguió estándolo en 1988, cuando votó en masa por la continuación de Pinochet en La Moneda por 8 años adicionales a los 15 que llevaba ya en el poder. Continuó sintiéndose a gusto con ella a partir de 1990, y si bien no pudo elegir un Presidente del sector sino hasta 2010, sin llegar nunca a tener mayoría en el Congreso, lo cierto es que el texto constitucional le permitía bloquear cualquier cambio constitucional que no contara con su visto bueno, bastándole para ello 1/3 más uno de los senadores y diputados en ejercicio, una meta mínima que el sistema binominal le aseguró siempre largamente.

Fue de esa manera que la derecha dilató hasta 2005 la eliminación de los senadores designados y vitalicios, y no porque ese año cayera en cuenta de que se trataba de una institución antidemocrática -siempre lo supo-, sino porque empezó a jugarle en contra desde el momento en que un ex Presidente del sector opuesto -Frei- se había ya incorporado al Senado y que muy pronto podría hacerlo un segundo (Lagos). Se aseguró también la derecha en su Constitución que las leyes orgánicas constitucionales, que regulan importantes materias, necesitaran de un alto quórum supramayoritario para su reforma. Casi todas esas leyes fueron dictadas en el último tiempo del gobierno militar (con votación unánime de los entonces 4 legisladores uniformados que tenía el país), y el mejor ejemplo lo constituyó la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza, mandada publicar por Pinochet el 10 de marzo de 1990, justo un día antes de que Aylwin y un nuevo Congreso Nacional asumieran sus funciones. En otras palabras, todo fríamente calculado.

¿Por qué recordar todo esto? Para entender mejor el trance en que nos hallamos en momentos en que el Gobierno ha propuesto un proyecto de reforma constitucional destinado a elegir una Convención Constitucional. Un proyecto que para su aprobación necesitará 2/3 de los senadores y diputados en ejercicio y que, al no ser del gusto de la derecha, tiene mal pronóstico en cuanto a su paso por el Congreso. Con el pretexto de que una Convención como esa no le gusta, la derecha ocultará lo que realmente le disgusta y que no está dispuesta a conceder en caso alguno: la...

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