Proyecto de Ley que establece elecciones primarias para candidatos a la Presidencia de la República. - Proyectos de Ley - Iniciativas legislativas - VLEX 914507721

Proyecto de Ley que establece elecciones primarias para candidatos a la Presidencia de la República.

Fecha01 Julio 1998
Fecha de registro01 Julio 1998
Número de Iniciativa2194-06
EtapaTramitación terminada Archivado
MateriaELECCIONES, ELECCIONES PRIMARIAS
Cámara Legislativa de OrigenMensaje,Cámara de Diputados
Tipo de proyectoProyecto de ley








MENSAJE DE S.E. EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA CON EL QUE SE INICIA UN PROYECTO DE LEY QUE ESTABLECE ELECCIONES PRIMARIAS PARA CANDIDATOS A LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA.

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SANTIAGO, junio 30 de 1998














M E N S A J E Nº 45-338/















Honorable Cámara de Diputados:

A S.E. EL

PRESIDENTE

DE LA H.

CAMARA DE

DIPUTADOS.

Vengo en someter a consideración de V.E. un proyecto de ley que regula las elecciones primarias para elegir candidatos a la Presidencia de la República. Dicho proyecto se funda en las siguientes ideas:



LA NECESIDAD DE LAS ELECCIONES PRIMARIAS


No hay duda alguna que en la ciudadanía existe un deseo de novedades eficaces para una mejor realización de la vida política nacional y cumplir, de esa manera, los fines del Estado.


Hay una necesidad de recomenzar de nuevo en la vida política nacional a través de esas innovaciones que se ansían y esperan.


Uno de los puntos que aparece en mayor medida obscuro y que recibe más objeciones, es la vida interna de los partidos políticos y de las coaliciones de partidos y, particularmente, la forma y manera de seleccionar las candidaturas que se ofrecen luego a la ciudadanía. Son innumerables las quejas por la forma en que se seleccionan los candidatos a cargos públicos por los partidos políticos. En esto coinciden casi todas las posturas y posiciones ideológicas y político-partidarias. La democracia representativa en comunidades caracterizadas por una larga experiencia no democrática, como es la nuestra, encuentran en la cerrazón y autarquía interna de los partidos políticos y de los pactos, uno de los elementos más deteriorantes para el afianzamiento, desarrollo y progreso del proceso de afirmación de las estructuras y contenidos de un Estado democrático de derecho.


De ello resulta la imperiosa necesidad de dar a la ciudadanía no solamente una estructura jurídica que, de alguna manera, ayude a mejorar el proceso de selección de candidaturas, sino también de ofrecerle algo nuevo en la vida política nacional. Debemos mostrar a la ciudadanía que no tendrá que continuar viviendo la triste situación de tener que optar en las elecciones nacionales y generales por candidatos impuestos por centros de poder sobre los cuales no tiene la posibilidad alguna de influir.



II. LA DEMOCRACIA COMO PRESUPUESTO FUNDAMENTAL DEL PROYECTO


La aplicación del principio democrático en la extensión de los últimos tres siglos, fue concretándose en regímenes diversos, con características apreciablemente diferentes a aquellas que, conformándose a las bases filosóficas del movimiento revolucionario que puso término al absolutismo monárquico, configuraron los rasgos definitorios de la democracia moderna. Como consecuencia de tal evolución, y sin abandonar del todo aquellas peculiaridades, la democracia contemporánea las ha rectificado y completado en aspectos sustanciales.


Como efecto de lo que acaba de decirse, la comparación entre la democracia de hoy y la inicial, conduce a distinguir las cualidades de una y otra para subrayar sus diferencias sustanciales.


Lo anterior explica que podamos estimar que la democracia inicial, que pudiéramos llamar clásica, fundada en el concepto de la soberanía nacional y estrictamente representativa, presenta una fisonomía notoriamente diversa de aquella que merece las preferencias a la actual hora de la humanidad.


A nuestro juicio, esta forma de democracia se caracteriza por las siguientes notas:


1. La legitimidad de la autoridad se funda en la voluntad del pueblo. El pueblo es el "autor" de los mecanismos de decisión que se establecen para servir el bien común. Es decir, los que mandan y los que obedecen lo hacen en la convicción que quien detenta la autoridad lo hace a nombre del pueblo, para servir sus intereses y a través de reglas y procedimientos establecidos por él.


2. En un régimen democrático, la autoridad se constituye por voluntad popular, se ejerce dentro de normas establecidas y superiores a ella misma y el pueblo conserva sobre la autoridad el derecho al control final.


3. En la legalidad democrática no cabe un sistema de decisiones en que unos pocos ejercen el poder real sin un nexo vital que permite interpretar realmente a la mayoría.


4. En una democracia, para evitar que las mayorías tomen decisiones tiránicas o simplemente se arroguen la representación de todos el pueblo, se han establecido límites como el respeto a los derechos humanos.


5. Siguiendo con este razonamiento, la regla de la mayoría se completa con el respeto de los derechos de la minoría. Es decir, el principio de la mayoría, para ser democrático, implica necesariamente respetar a las minorías.


6. Para garantizar una libre concurrencia democrática, la mayoría debe mandar estableciendo canales y mecanismos donde se expresen mayorías y minorías de manera efectiva, esto es logrando una participación eficaz y real del pueblo mediante la armonización de un sistema complejo de decisiones en el cual se conviene la participación en las decisiones de uno, varios o todos, según sean las materias, los niveles sociales y las urgencias que haya que enfrentar.


7. Todo lo anterior tiene como supuesto fundamental el hecho que el pueblo debe ser activo, es decir, autor de su existencia y por tanto, autoridad originaria.


8. Una forma en que se manifiesta esta actividad es la inserción de los seres humanos en una multiplicidad de comunidades. De ellas, las que constituyen presupuesto necesario de la democracia, son los partidos políticos.


9. Aunque este proyecto de ley no es el único destinado a este tópico, resulta necesario señalar aquí que, como se ha visto, existe una línea maestra lógica que va desde la legitimidad democrática y la existencia de un Estado de derecho de esas características, hasta el libre juego de las ideas a través de partidos políticos, donde sus afiliados y adherentes puedan participar e influir efectiva y realmente en sus decisiones, las que serán, si constituyen mayoría, decisiones de toda la ciudadanía.


Los partidos políticos y la agrupación de ellos son, entonces, esenciales a la democracia.



III. Las conquistas de la democracia


1. El principio pluralista


La complejidad de los asuntos comprendidos en la administración del interés general, la variedad de las indicaciones técnicas recomendables para su mejor conducción, la discrepancia de criterio en cuanto al orden de prelación de los requerimientos colectivos y, en lugar primordial, las distintas escuelas doctrinarias que pretenden explicar el destino del hombre y la misión de la potestad estatal, dan origen a concepciones diferentes acerca del bien común deseable para la sociedad política y realizable por ella. La pluralidad de tales visiones del progreso nacional inspira, anima, enriquece y da vida, a su turno, al juego democrático. La versión del futuro colectivo que se impone, orienta la acción que ejerce el aparato estatal; las otras, preparan, en libre debate, la eventual orientación posterior.


Los partidos políticos y los pactos entre ellos se organizan explícitamente para congregar a los adherentes de una y otra de esas visiones generales de bien público; y cuando proponen metas precisas y factibles, se disciplinan para propagar sus propósitos y luchan por su realización en el ejercicio del mando, prestan incalculables servicios a la causa democrática.


El vigor de los partidos políticos son el eje de la construcción democrática. Si en el régimen que se busca perfeccionar todos tienen facultad de intervenir en la gestión pública del modo que lo juzguen conveniente, debe reconocerse como el mejor camino para que la comunidad nacional oriente sus destinos en armonía con el querer de su pueblo, que la opinión de los gobernados, en orden al manejo del interés colectivo, tienda a precisarse, estructurarse y disciplinarse mediante la formación y vitalidad de los partidos políticos. Estos están llamados, por esencia, a convertirse en voceros de las distintas concepciones de un futuro mejor para la comunidad nacional. Ello debe lograrse como natural expresión de la disciplina cívica sin forzar monopolio de los partidos en el combate ciudadano. Este, ha de estar abierto al surgimiento de sectores independientes que conquisten un caudal de apoyo, que de ordinario es incidental y coyuntural.


2. La participación básica a través del sufragio


El ideal democrático de hoy, al margen de toda discrepancia sobre su contenido y estructura técnica, exige que, en principio, toda persona, por el hecho de ser tal, a menos de hallarse en una situación que razonablemente explique su privación, debe estar en la posibilidad de emitir su voto. A través de él, toma parte en las decisiones centrales que puedan afectarla.


Sufragio igual para todos es el término a que han llegado muchos ordenamientos jurídicos. Nadie niega...

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