El programa y los acuerdos - 20 de Julio de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 520497726

El programa y los acuerdos

Quienes pretenden mitificar el programa de gobierno y elevarlo a categoría de dogma suelen sustentar su argumentación en la amplísima mayoría con que Michelle Bachelet fue electa Presidenta de la República. Tan maciza votación, sostienen, sería prueba irrefutable no solo del apoyo suscitado por dicho programa, sino también del mandato popular para su cumplimiento estricto. Tal razonamiento pasa sin embargo por alto el hecho de que el respaldo conseguido por la Mandataria obedeció en grado importante a sus propias características personales, las mismas que ya en su primer gobierno elevaron su popularidad por encima de los partidos de la Concertación y que luego, durante la administración de Sebastián Piñera, la transformaron en la única carta opositora viable. En efecto, mucho antes de conocerse el programa de la Nueva Mayoría, ya Bachelet encabezaba todas las encuestas electorales, e incluso, en un momento de la campaña en que diversos sectores la criticaban precisamente por no conocerse aún su plataforma, ella desestimó la relevancia de ese tipo de documentos, llamándolos "mamotretos" y afirmando que solo son leídos por una élite.

Sin desconocer la importancia de los programas, en cuanto revelan las orientaciones que se pretende dar a un gobierno, en la tradición presidencialista chilena ha sido siempre la propia figura del Mandatario el elemento central. En el caso de la Presidenta, parece claro que, más allá de un apoyo general a sus ideas, lo que la ciudadanía expresó en las urnas fue su confianza en la prudencia y buen juicio que ella ha demostrado a lo largo de su trayectoria, así como en su capacidad para empatizar con las inquietudes de las personas. Por lo mismo, es dudoso el planteamiento de quienes, levantando consignas de pureza programática, han descalificado el acuerdo tributario alcanzado hace algunos días y expresado desde ya su rechazo a futuros consensos en otras materias, sosteniendo que cualquier "concesión" significaría traicionar la voluntad popular. Antes bien, cabe afirmar que la ciudadanía ha entregado a Michelle Bachelet la grave responsabilidad de, sopesando las circunstancias específicas, buscar los mejores caminos para alcanzar las metas de progreso social comprometidas, sin que ello signifique dilapidar los logros que acumula el país ni frustrar las oportunidades de desarrollo.

Como agudamente ha hecho notar The Economist, la figura de Bachelet aparece hoy como garantía en la búsqueda de un adecuado equilibrio...

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