Privatizar la razón - 5 de Octubre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 537648978

Privatizar la razón

Mientras exponía sobre la importancia de las instituciones en la P. Universidad Católica, Ramiro Mendoza, quien es profesor de derecho público, se detuvo al mismo tiempo en analizar cómo los actores políticos, incluido el gobierno, suelen maltratarlas. Aliñó su exposición con exageraciones, ironías y sarcasmos no siempre de buen gusto; pero todas ellas apoyaban un punto de vista razonado y crítico acerca de la forma en que se producen y aplican las reglas en Chile.

Al hacerlo ejercitó, en su estilo, lo que podría llamarse el uso público de la razón.

Como todo el mundo sabe, Kant, en su famoso opúsculo ¿Qué es la Ilustración? sugirió distinguir entre lo que él llamó el uso privado y el uso público de la razón. Un sujeto hacía un uso privado de la razón, dijo, cuando la ejercitaba en calidad de funcionario. Si, en cambio, agregó, ese mismo sujeto esgrimía su saber en calidad de docto ante el público de lectores, ante una potencial audiencia racional, entonces estaba haciendo un uso público de la razón. Un cura que habla en el púlpito, ante los fieles, lo hace en calidad de funcionario, ejemplifica Kant. Aunque hable ante mucha gente hace un uso privado de la razón porque lo hace en tanto clérigo. Pero si se encierra en su gabinete y escribe un tratado de teología donde reflexiona críticamente acerca de las mismas cosas que proclama ante los fieles, entonces, aunque lo haga en soledad, está haciendo un uso público de la razón.

La conclusión que obtiene Kant es que en una época que alienta a las personas a servirse de su racionalidad, un clérigo tiene derecho a la vez a hacer un uso privado y un uso público de la razón, a predicar la doctrina el domingo y a criticarla en un libro de teología. A hablar a veces como un funcionario y en otras como un docto.

Lo que vale para el clérigo de Kant, vale también para el contralor.

Cuando el contralor exponía ante la audiencia de la P. Universidad Católica, lo hacía en calidad de profesor y no de funcionario. Estaba, pues, haciendo el uso público de la razón a que los ciudadanos tienen derecho y que la ley, al permitir al contralor enseñar, le reconoce. ¿Significa eso entonces que quienes desempeñan funciones estatales están condenados a la doblez y a la hipocresía, a aceptar cosas que su discernimiento racional podría considerar equivocadas? Hasta cierto punto sí. Suele ocurrirle al juez, por ejemplo, que debe...

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