'La primera ventana del asombro es la naturaleza' - 6 de Junio de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 641687685

'La primera ventana del asombro es la naturaleza'

Abogada de profesión, en el último tiempo la especialista ha dado un giro en su vida hasta formarse un nombre en el área educativa: a mediados de 2014, la revista Frontiers in Human Neuroscience publicó uno de sus artículos, donde resaltaba la importancia de educar dando énfasis a la capacidad de asombro de los niños. La tesis -que menciona esta cualidad como un mecanismo innato- también sería desarrollada en sus libros "Educar en la realidad" y "Educar en el asombro", texto que ya va en su edición número catorce.

"Los estudios confirman que el juego poco estructurado mejora las funciones ejecutivas de los niños, como la memoria de trabajo, la planificación, la capacidad de fijarse metas y de autorregularse. Desarrolla la capacidad del niño de ponerse en marcha por sí solo, lo que no siempre ocurre en una clase dirigida, ante un juego con pilas o una pantalla. En ese último caso, quien lleva las riendas no es el niño, sino los algoritmos de la aplicación", explicó poco antes de su llegada a Chile, donde fue invitada a exponer a educadoras de párvulos por la empresa Leer Más Hoy, que se dedica a la distribución de proyectos y libros educativos.

"El juego poco estructurado suele ser imaginativo, por lo que además de desarrollar las funciones ejecutivas autodirigidas y reguladas, contribuye también al pensamiento creativo", dice.

Sobreestimulados

Aplicar esta filosofía de aprendizaje no supone olvidar el rol del profesor o fomentar el caos en las clases, explica L'Ecuyer. Bajo su mirada, en este caso el docente es una persona que trabaja como facilitador, alguien que impone seguridad y orden, definiendo un marco y las reglas mínimas de cada actividad: desde pedir que después de usar un material este se recoja, hasta asegurar que el libro que el niño elige sea adecuado para su edad.

"Estamos en plena crisis respecto del papel del profesor. Venimos de un modelo conductista en el que el niño es un ente pasivo y el maestro es el único transmisor de conocimiento. Para contrarrestar ese error, nos vamos hacia un modelo excesivamente constructivista que considera que el profesor no debe molestar al alumno, porque este debe diseñar y construir por sí solo el edificio de su conocimiento. Me parece que ambos planteamientos están equivocados. El conocimiento se descubre, no se construye. Y el papel del docente es clave".

En este sentido, la canadiense menciona la necesidad de acompañar al niño...

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