El primer salto de un nino gigante - 1 de Abril de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 674108633

El primer salto de un nino gigante

-Voy a cenar con mis compañeros.

Son pasadas las ocho de la noche y estamos en la pensión del club Boca Juniors, equipo que lo fichó en febrero de este año, sacudiendo del letargo al alicaído básquetbol nacional. Todo ha sido demasiado rápido en la vida de Ignacio: desde los centímetros que crece cada año, hasta la improbabilidad de su presente: hace 10 meses no conocía ni siquiera las reglas del deporte y, como dice su madre, es prácticamente un milagro que incluso pueda caminar con normalidad: a los 2 años se le detectó una enfermedad hereditaria llamada genu valgo bilateral, que separó sus talones, deformando y juntando sus rodillas, y obligándolo a seis intervenciones entre los 10 y los 14 años.

Ignacio atraviesa el comedor y sus pies talla 52 lo trasladan hacia la comida, mientras se abre paso entre sus compañeros, también futuras promesas de una de las ligas de básquetbol más competitivas del mundo. Por encima de ellos, la cabeza pequeña y redonda de Ignacio se asoma apoyada sobre su enorme estructura ósea todavía en formación: de los nueve miembros del equipo de la categoría U17, a la que pertenece, Ignacio Berríos es el menor y el más alto de todos. Ya lo han dicho sus médicos: por su edad, y la presencia de suficiente cartílago de crecimiento en los extremos de sus huesos, esta no es su estatura definitiva. Ignacio seguirá creciendo. Pero no sabe cuánto más.

El gigante ágil

Después de algunos minutos de silencio, justo en la semana 20 de su embarazo, el doctor miró a Claudia Lobos y le preguntó:

-¿Está segura de la última fecha de su regla?

Claudia Lobos, tendida en la camilla del ecografista, dijo que sí, sin titubear.

-Es que hay algo que no me calza -le respondió el doctor-. El fémur de este niño es extremadamente largo. Se nos escapa de todas las curvas de las tablas de crecimiento. Usted se va a acordar de mí: va a tener un hijo muy grande

Es lunes y Claudia Lobos habla desde su casa en el barrio universitario, de Santiago Centro. Desde allá recuerda las palabras del doctor, y de cómo el equipo de especialistas presente durante el parto se impresionó con el tamaño de los pies de Ignacio recién nacido. Escarbando en su historial familiar (su madre y su suegra son primas hermanas) encontraron la explicación a la altura de Ignacio en un abuelo materno de dos metros de alto y dos tías abuelas entre el metro 85 y el metro 90 de estatura.

Pero Ignacio no solo heredó la altura de sus antepasados, sino también la enfermedad congénita de su padre, de 1 metro 91, y que también sufrió su abuelo paterno. Después de las constantes caídas que sufría cuando caminaba a los 2 años, Claudia decidió llevarlo al traumatólogo, que ordenó ponerle férulas en sus piernas para corregir el genu valgo bilateral que sufría.

-Se las colocábamos en la noche -cuenta Claudia- y lloraba mucho porque quedaba inmóvil. Por eso no se las seguimos colocando. A los 3 años llegamos a un doctor especialista de rodillas y extremidades inferiores, y él probó con plantillas y...

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