El primer condenado de la Ley Emilia - 14 de Noviembre de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 587147386

El primer condenado de la Ley Emilia

-Los primeros meses fueron tristes. Soñaba un montón con el accidente, pesadillas. Andaba angustiado, me dolía la guata, no quería comer. Me dolió mucho tiempo, pero no puedo estar toda la vida sufriendo. Lo voy a saber sobrellevar.

Gonzalo Rojas Torres, con actitud tranquila, la voz calmada, está sentado en una banca de la Quinta Vergara, con el sol pegándole en la espalda. Dice que después de estar un año en la cárcel, a veces se cansa al caminar. Saca su celular y muestra fotos que le recuerdan que antes él era distinto: aparece con sus padres cuando ganó una beca para entrar a la universidad, acarreando cajas para los damnificados de un terremoto y con el pelo largo, abrazando a Rafael, su hijo de 3 años.

-A mí me gustaría que si matan a mi hijo, de la manera que sea, la persona reciba la condena más alta. Pero así no es la justicia -dice con seguridad.

La huida

El 15 de septiembre de 2014, Michelle Bachelet firmó la modificación a la Ley de Tránsito, conocida como Ley Emilia, y en su discurso dijo: "Promulgamos esta ley cuando comenzamos la semana de celebración de nuestras Fiestas Patrias, porque desde ya debe quedar claro que haremos todo lo posible para evitar nuevas víctimas en el futuro". Desde ese momento las sanciones a quienes manejen en estado de ebriedad serían más duras.

Seis días después del anuncio de Bachelet, la Ley Emilia se aplicó por primera vez.

El 21 de septiembre, Gonzalo Rojas Torres manejaba en estado de ebriedad -aproximadamente a 60 kilómetros por hora- por la avenida San Martín, según acreditó la Sala del Tribunal de Juicio Oral en lo Penal en Viña del Mar. Rojas, al llegar a la intersección con 5 Norte, atropelló a Pablo Ascencio Solari, quien cruzaba la calle.

Según peritos de la Sección de Investigación de Accidentes en el Tránsito, Ascencio fue

golpeado por el parachoques y la máscara del auto, se volteó en el capó y parabrisas y, finalmente, su cuerpo salió disparado hacia delante unos 15 metros. El auto de Gonzalo Rojas dio un medio trompo y quedó mirando hacia el poniente. En segundos se fugó del lugar, mientras los amigos de Pablo Ascencio gritaban que alguien anotara la patente del Yaris negro que escapaba.

La copiloto del auto, Katherine Antequera, llegó a su edificio en el sector Recreo a las 2:48 de la madrugada. Entró a su departamento y le avisó por citófono a Eduardo Sánchez, el conserje de turno, que llegaría un amigo y que por favor lo dejara subir. Seis minutos después apareció Rojas. El conserje escribió en su libro: "Ingresa el señor Gonzalo Rojas, según mi apreciación se presenta en estado etílico".

A cuatro cuadras de ahí llegaba el primer auto policial a la avenida San Martín y dos minutos más tarde, la primera ambulancia. Con el impacto, Pablo Ascencio sufrió un TEC grave, una lesión axonal difusa, una contusión pulmonar bilateral, politraumatismos y un traumatismo encéfalo craneano, según se lee en el informe médico. Las probabilidades de sobrevivir eran mínimas.

Marcos Cortés, un cuidador de autos, anotó la patente del Yaris y se la...

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