¿Una primavera latinoamericana? - 6 de Marzo de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 606942182

¿Una primavera latinoamericana?

Mi optimismo se basa en parte en la historia de EE.UU., fundado por líderes muy preocupados por la corrupción que, según algunas versiones, diseñaron su Constitución con la meta específica de vacunar a la nueva República contra el vicio. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, el gobierno de EE.UU. pronto se tornó tan sobornable como cualquiera de los antiguos regímenes europeos -y, como afirmó Francis Fukuyama, siguió así durante más de un siglo.

Incluso después de que EE.UU. finalmente comenzara a limpiar su gobierno federal, la influencia política se mantuvo en los niveles estatal y municipal. Las políticas para aumentar la transparencia gubernamental -como la Ley de Libertad de Información- no se implementaron hasta la década de 1960.

Actualmente, los estadounidenses aún se preocupan por la influencia del dinero en la política, como lo demuestran las reiteradas discusiones sobre el financiamiento de las campañas en sus elecciones primarias presidenciales. Pero no se puede negar que el gobierno estadounidense es infinitamente más virtuoso en la actualidad que en los días de Thomas Jefferson, Abraham Lincoln o Teddy Roosevelt.

Vista desde Latinoamérica, la experiencia estadounidense nos recuerda que las instituciones sólidas emergen a un ritmo glacial, gracias al esfuerzo acumulativo de generaciones de reformadores. La lección que nos dejan EE.UU. y otras naciones es que los países necesitan tres ingredientes para combatir la corrupción: un sólido marco legal, líderes comprometidos y apoyo público sostenido.

El primer ingrediente no debiera ser un problema para los países latinoamericanos (muchos de los cuales basaron sus leyes fundamentales en la constitución estadounidense), aunque la dificultad para implementarlo sostenidamente aún constituye una grave debilidad. En cuanto al segundo, una gran cantidad de personas valientes han defendido la probidad, aunque en gran medida hayan sido ignoradas o condenadas al ostracismo.

El tercer ingrediente -la movilización popular contra la corrupción-ha sido el más difícil de obtener, ya que los latinoamericanos históricamente tendieron a tolerar a los políticos ladrones. Los brasileños hasta tienen un dicho para perdonar las malversaciones: rouba mas faz (roba, pero hace).

Esto parece estar cambiando: en toda Latinoamérica los ciudadanos están saliendo las calles para decir basta a la corrupción. No se trata de protestas aisladas contra políticas específicas que perjudican sus intereses...

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