Un Presidente vuelto inútil - 17 de Noviembre de 2019 - El Mercurio - Noticias - VLEX 826447089

Un Presidente vuelto inútil

Si algo quedó de manifiesto en estos días -estas semanas- feroces, ha sido la inutilidad del presidente Sebastián Piñera.No logró imponer el orden, ni tampoco conducir la cuestión constitucional. El desorden operó como un verdadero chantaje de la oposición y el acuerdo constitucional, como el precio a pagar para evitarlo. Piñera acabó solitario el día martes -o, lo que es lo mismo, flanqueado por Blumel y Rubilar- pronunciando generalidades, frases que ocultaban lo que en ese momento saltaba a la vista de cualquier observador: las ideas que hace dieciocho meses ofreció a la ciudadanía ya carecían de toda vocación de realidad.Un político cuyas ideas no tienen vocación de realidad -es decir, cuyas ideas no pueden o ya no quieren hacerse realidad- deja de ser, por la fuerza de los hechos, un político de veras y pasa a ser un administrador, un simple mediador, un remendón de los intereses en juego.Eso es exactamente lo que le acaba de ocurrir a Piñera.De aquí en adelante, solo podrá erigirse como un amable componedor de una agenda que ni ideó y en la que tampoco -¿para qué engañarse?- cree. El Gobierno se habrá trasladado a los partidos que han impuesto así, por la vía de hacer creer que una porción de ellos fue el intérprete fiel de la calle, una especie de parlamentarismo idiosincrásico. Y Piñera habrá fracasado, y la institución de la presidencia con él.Pero lo importante no es exactamente eso (después de todo, hay más políticos que fracasan que los que tienen éxito), sino la causa, el modo en que se desproveyó al Presidente de todo dinamismo, hasta dejarlo, como está hoy, inane.¿Significa algo para la vida cívica, para la futura convivencia política, que un Presidente haya sido puesto entre la espada y la pared, entre la renuncia o la inanidad, por la vía del desorden y la presión, con la tácita complicidad de la oposición que pudo así obtener por la fuerza lo que no logró mediante la persuasión y el voto?Por supuesto, siempre será mejor y dará más consuelo apartar la vista de la realidad y presentar estas semanas feroces como una gesta, un acontecimiento extraordinario en que el pueblo habría recuperado su condición de sujeto embebido de la profunda convicción de la igualdad. Pero la verdad es que, descontada la marcha del millón doscientas mil personas y la participación de otras miles en los días que siguieron (cada una, sin embargo, portando su demanda propia, como una muchedumbre de individuos sin orgánica y sin programa), el resto...

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