Preliminar - - - Historia de la democracia en Europa de Montesquieu a Kelsen - Libros y Revistas - VLEX 980631524

Preliminar

Páginas13-14
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PRESENTACIÓNA L A EDICIÓN ESPAÑOLA
PRELIMINAR
Hacer una valoración de la democracia no resulta sencillo, porque cualquier
juicio está condicionado por circunstancias espaciales y temporales. En la realidad
histórica moderna ha sido con trapuesta al poder monárquico y al oligárquico, al
absolutismo y al individualismo. La democracia ha sido concebida como una forma
de gobierno posibl e y perf ecta. En la práctica gubernativa se ha utili zado para
condenar o legitimar regímenes nuevos. Para algunos es una alternativa política,
para otros no tiene autonomía pr opia respecto al liberalismo y al socialismo.
Un discurso histórico sobre la democracia puede resultar lejano en el tiempo,
pero sin n egar filones doctrinales, políticos y religiosos importantes, conviene co-
menzar con Montesquieu, porque mostró tres principios fundamentales de la de-
mocracia: el pueblo tiene el poder soberano, el pueblo tiene el derecho de sufragio,
el pueblo nombra a sus gobernantes. Las repúblicas antiguas de Espa rta, Atenas y
Roma han sido conside radas, desde Montesquieu y los «filó sofos», modelos de
sociedades democrátic as, j ustas y or denadas, por lo que se las contrapo ne a las
injusticias y desór denes del mundo moderno. La «querella» entre antiguos y mo-
dernos se resolvía con ventaja para los antiguos, pues a falta de ejemplos modernos
de Estados democráticos fue necesario ima ginar nuevos ordenamientos. Los revo-
lucionarios concibieron éstos, pero confundieron la idea de democracia con el con-
cepto de revolución. No obstante los errores, desde la segun da mitad del XVIII la
democracia ha sido siempre un estímulo par a la renovación de la vida civil, y toda
la historia europea, hasta la primera mitad del siglo XX, puede ser en tendida como
una evolución democrática de las estructuras políticas y de las condiciones sociales.
En su ensayo sobre La democracia, publicado en 1956, Georges Burdeau afir -
mó que la democracia es hoy una filosofía, una maner a de vivir, una r eligión, una
forma d e gobierno. Quizá fuese oportuno considerar la democracia como un orde-
namiento político que trata de establecer nuevas relaciones entre hombres «políti-
cos» y hombres «ciudadanos». En la «sociedad democrática» unos y otros deberán
convivir «civilmen te» y establecer vínculos sociales; por tanto, no consiste en com-
portamientos de subordinación, sino en comportamientos de participación activa
en cuanto que los «ciudadanos» tienen igualdad de derechos y deberes.
Antonio Labriola escribía en 1888 que «la democracia tiene raíces en toda la
historia de la Europa moderna y es como la esencia o la idea de la nueva civiliza -
ción». Partiendo de esta premisa, el problema es cómo estudiar la democracia en la
historia de Europa: se puede adoptar la vía comparativa confrontando las formas de
democracia; se puede intentar un examen axiológico en torno a un juicio de valor
sobre las diversas hipótesis de democracia, o también es posible seg uir el desarro-
llo del debate doctri nal. Esta última perspecti va d e tr abajo permite contemplar

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