Preguntas a Francisco - 14 de Enero de 2018 - El Mercurio - Noticias - VLEX 700977413

Preguntas a Francisco

En una sociedad abierta, respetuosa de sus miembros, las creencias religiosas, la fe, la convicción acerca del sentido último de la vida y de la historia, tienen pleno derecho a existir. Esos puntos de vista enriquecen la vida pública y ofrecen a los individuos un guión que podría guiar su propia trayectoria vital. La condición humana está, sin ninguna duda, aguijoneada por la búsqueda de sentido, y por eso la religión, el sentido del misterio, el horizonte de lo inefable, eso que R. Otto llama lo numinoso, forman parte inescindible de cualquier cultura.

Por eso las predicciones de alguna sociología, según la cual la modernidad espantaría el sentimiento religioso, secularizando poco a poco todos los intersticios de la cultura, son obviamente falsas. La pasión por el consumo, la mejora en las condiciones materiales de la existencia -que son los fenómenos que Chile ha experimentado- no apagan el anhelo de que la propia trayectoria vital tenga un sentido que la exceda. Las encuestas muestran que (tal cual lo sugirió alguna vez Peter Berger) ese sentido se protestantiza, es decir, se hace cada vez más individualizado y selectivo (por eso la catolicidad disminuye como lo muestra Latinobarómetro), pero no se apaga.

Y es que los seres humanos no pueden resignarse a la finitud, a la idea de que todo esto es un chispazo sin sentido.

Todo lo anterior justifica la relevancia que se le ha conferido a la visita del Papa; se trata, después de todo, de una figura que ilumina, por la representación que inviste y la emoción que desata, la vida de la mayoría de los chilenos.

Pero, como todos saben, del hecho de que un puñado de creencias o puntos de vista sean abrazados por la mayoría, no es una razón para pensar que, por ese solo hecho, ese puñado de creencias o puntos de vista sea mejor o más verdadero que cualquier otro. Entre las cosas que cree la mayoría o que inspiran la cultura, hay varias que cuando se las mira reflexivamente no son dignas. Todos los argumentos que se hacen contra el asambleísmo (la pretensión que basta que una muchedumbre quiera algo para que sea obligatorio concederlo o considerarlo correcto) valen también contra quienes piensan que porque la mayoría cree lo que Francisco predica, entonces debe ser digno de ser considerado verdadero u obligatorio guardar silencio frente a él.

Obviamente, creer algo así -creer que porque la mayoría abraza unas determinadas creencias, ellas deben ser aceptadas acríticamente- es una estupidez que...

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