Postales de Marrakech - 9 de Octubre de 2011 - El Mercurio - Noticias - VLEX 324599839

Postales de Marrakech

-Vuelveee, vuelveee.

La voz ronca, acento fuerte, tosco, árabe, resonaba en las cuatro paredes de la tienda de alfombras del zoco Semmarine, en la célebre plaza Jemaa el Fna de Marrakech.

Después de haber desplegado unas veinte alfombras, Said -vendedor y dueño- ya había perdido la paciencia: su plan no estaba resultando. Era la tarde de un día de semana. El calor derretía. Otros clientes se asomaban, pero Said no soltaba la presa: su presa éramos nosotros. El precio de sus alfombras partió en 300 euros y ya había bajado hasta 200. No quería otra oferta, pero tampoco quería que nos fuéramos de la tienda. Cuando intentaba escapar hacia el local del lado, diciéndole que mi marido era quien no quería pagar ni un peso más, empezó a gritar con fuerza y rabia. Los niños, sentados alrededor suyo, lo miraban aterrados mientras él les preguntaba, en inglés, qué decíamos nosotros en español: "gamba", "luca", "nica". Usábamos chilenismos puros para que él no entendiera.

Al rato, ya se había sacado las babuchas, su túnica estaba arrugada y su cara, transpirada. Me miró a los ojos y dijo, en francés: "No me mientas. No es tu marido, !eres tú la que no quiere comprar¡".

Juré que no tenía un peso más de 100 euros. Indignado, le preguntó a cada niño cuánto tenían en los bolsillos.

Salimos con una alfombra bereber (artesanos y comerciantes de montaña) de lana y algodón, roja, amarillo y negro, porte mediano, preciosa, por 120 euros.

Había pasado una hora al menos en eso que se llama el arte del regateo en los zocos árabes. Insólito para nuestras coordenadas, pero así es: acá no existen los precios. No se trata de una nueva teoría de libre mercado, sino que es literal. El precio es lo que el vendedor logró cobrarte. Punto. O visto de otro modo, es lo que el comprador logró rebajar.

En estos mercados todo se regatea: desde los dátiles hasta los anteojos Prada falsos que me sonríen al pasar. Y los matices son infinitos. ¿Turistas estadounidenses? Se les cobra lo máximo. ¿Europeos? Un tercio menos. La suerte de los latinos es que nos ven tan pobres como ellos, y su expectativa baja junto con la nacionalidad. Dicen los expertos que se puede llegar a la mitad o un tercio del primer precio, siempre y cuando se sigan las reglas siguientes:

  1. - Nunca preguntar directamente por lo que a uno le gusta; siempre por otras cosas.

  2. - Nunca mostrar entusiasmo o interés.

  3. - Hacer una oferta baja y luego, cuando te digan "no", irse. A los tres pasos, el vendedor te dirá que no te vayas.

Parece un curso de negociación de Harvard, pero es la vida marroquí.

En otro zoco, al que también se entraba -laberínticamente- desde la plaza Jemaa el Fna, recibimos una nueva lección de regateo:Â

-¿Chile? Salas, Zamorano, Sánchez (pronunciado sansheeez) -decía el vendedor.Â

Usaba una polera Polo con un dibujo enorme. Tomó un pañuelo azul y se lo enrolló en la cabeza, a lo beduino. Sólo se veían los ojos. Reía y nos decía que ya éramos mejores amigos, y que el precio de la cartera era lo más bajo que podía dar. Caras...

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