La porfía de la violencia - 23 de Febrero de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 840662765

La porfía de la violencia

Esta semana la violencia ha recrudecido y lo más probable -aunque hay que cruzar los dedos para que no- es que en marzo encuentre múltiples pretextos para continuar con regularidad casi burocrática.Hay, pues, que oponerse explícitamente a ella. Y refutar sus pretextos.Desde luego, hay que recordar que lo propio de la democracia es admitir todos los fines a condición de excluir la violencia o la coacción como medios para obtenerlos. Quien emplea medios violentos se pone al margen de la vida democrática. Y quien consiente que un tercero emplee la violencia -sea porque en silencio la aprueba o porque el miedo le sugiere enmudecer frente a ella- está siendo desleal con las instituciones democráticas. Participar de la vida democrática, v.gr. en el Congreso, y al mismo tiempo no rechazar aquello que la deteriora es un acto de deslealtad cívica en la que muchos actores están hoy día incurriendo.Y la violencia, hay que insistir en ello, no es cualquier forma de agresión, sino una muy precisa forma de ejecutarla: la agresión mediante la coacción física. Por eso, hablar de violencia simbólica (para aludir a las convicciones o actos ajenos que hieren las propias, algo que hoy suele hacerse con cierta liviandad) es simplemente o una manera de empatar las agresiones discursivas con el daño físico, o una manera retórica de confundirlo todo evitando llamar pan al pan y vino al vino.Llamar violencia simbólica a las acciones o al discurso que irrita o hiere la propia forma de vida es una falacia que, al equiparar el discurso o las acciones significativas con la coacción física, hace que todo pueda ser violencia. Y esta falacia no solo daña la argumentación, disuelve un principio que es la base de la vida democrática: la distinción entre lo que es violencia y lo que no lo es. Un mundo donde herir las convicciones ajenas es violencia, al igual que dañar la integridad física mediante la coacción, es un mundo donde Gandhi no tendría mejores títulos éticos para actuar en la vida social que quien tira piedras, bombas motolov o destruye iglesias. Hay que recordar todo esto especialmente en estos días en que se ha estirado tanto el concepto de violencia que se arriesga la distinción -que está en la base de la democracia- entre las convicciones que poseen los ciudadanos y los medios que se usan para promoverlas.No hay convicciones violentas, hay conductas violentas. Las convicciones son injustas, peligrosas, tontas o irracionales; las...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR