La política entendida según la filosofía existencialista - Apéndice - El Estado. Una investigación filosófica - Libros y Revistas - VLEX 976426775

La política entendida según la filosofía existencialista

AutorHelmut Kuhn
Cargo del AutorProfesor de la Ludwig-Maximilians-Universität de Múnich
Páginas265-272
265
EL ESTADO. UNA EXPOSICIÓN FILOSÓFICA
LA POLÍTICA ENTENDIDA SEGÚN LA FILOSOFÍA
EXISTENCIALISTA
UNA POLEMICA SOBRE EL CONCEPTO DE LO POLITICO,
DE CARL SCHMITT1
Car l Sch mitt aduc e com o cri teri o de l o pol ític o «un a dif eren ciac ión
específicamente política» (p. 14). Obtiene esa diferenciación mediante una reflexión
«filosófico-cultural» puesta en relación con los ámbitos «relativamente autónomos»
de lo moral, lo estético y lo económico (p. 13). Al modo como estas esferas se basan
en «diferenciaciones últimas» como bien y mal, bello y feo, útil y perjud icial, se
presenta co mo c riterio de lo político la di stinción entre amigo y en emigo. Esa
distinción se determina más minuciosamente: de un lado, no puede reconducirse a
otras diferenciaciones. El individuo no ha de ser malo, odioso o perjudicial. Inde-
pendientemente de todas las contraposiciones de valores, enemistad y amistad de-
signan «el grado máximo de intensidad de una vinculación o separación, de una
asociación o disociación» (p. 14). La diferencia amigo-enemigo podríamos decir que
es «originaria». En segundo lugar, tiene un significado «existencial». El enemigo es,
por su «otroidad» en una situación concreta, «la negación del propio tipo de exis-
tencia» (p. 15). En tercer lugar, la relación con el enemigo hace siempre referencia a
la «situación de emergencia», «a la posibilidad real de lucha», y eso es sinónimo de
«muerte fí sica». La guerra, en cuanto «realización extrema d e la enemistad» ha de
ser, por tanto, una «continua posibilidad rea l», si se quiere que haya política (pp. 20
s.). Por último, en la relación amigo-enemigo no se trata de «sentimientos priva-
dos», sino de la relación de totalidades. Al enemigo hay que considerarlo hostis, no
inimicus. Ese «enemigo en sentido político no necesita odiar personalmente» y por
ello Carl Schmitt con sidera compatible la relación política con el enemigo con el
evangélico mandamiento de amor (pp. 16 s.). La idea de una esfera autónoma se
extrema aquí en cuanto se imputa a una misma pe rsona amor «privado» y odio
«público» (¿pues qué otra cosa puede significar la negación de la existencia ajena?).
Tras las indicaciones hechas hasta ahora podría admitirse que se trata aquí
de una paradoja interesante, pero insostenible. Claramente no es capaz de resistir
las objeciones más elementales. El solo intento se muestra equivocado. ¿Qué sen-
tido tiene hacer paralelas contraposic iones normativas con contraposiciones rea-
1Reimpresión inalterada de «Kant-Studien», 38 (1933), 190-196. El número de las páginas hace
referencia a la primera edición de 1932. Biográficamente contemplado, estaba Schmitt con su libro
(como entonces muchos intele ctuales) en el límite. Poco de spués, el decisionista se convirtió como
muchos otros, en decidido luchador. La reedición (Berlín, 1963) muestra al pensador, desplazado en
el tiempo, como un decidido historicista.

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