El policentrismo se impone a la dispersión en el proceso de descentralización del empleo de las ciudades intermedias mexicanas. - Vol. 49 Núm. 148, Septiembre 2023 - EURE-Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos Regionales - Libros y Revistas - VLEX 945361435

El policentrismo se impone a la dispersión en el proceso de descentralización del empleo de las ciudades intermedias mexicanas.

AutorNavarro, Jorge

Introducción

La descentralización del empleo es un proceso dinámico que conlleva una pérdida relativa de puestos de trabajo en el centro urbano tradicional o centro de negocios (cbd, por sus siglas en inglés) y un aumento absoluto y relativo de puestos de trabajo en la periferia urbana (1) (Hall, 1997; Mieszkowski & Mills, 1993; Stanback, 2019). Idealmente existen dos tipos de descentralización del empleo: la descentralización concentrada o policéntrica, que supone la existencia de varios subcentros; y la descentralización dispersa, en la que el empleo se distribuye de forma más o menos equilibrada entre todas las localidades periféricas. La caída de los costes del transporte (Gillham, 2002; Richardson, 1995) y de las telecomunicaciones (Castells, 1989; Fishman, 1998; Kloosterman & Musterd, 2001; Pressman, 1985) permite que el empleo se localice de forma menos densa y concentrada. Teniendo en cuenta lo anterior, ante los grandes ritmos de urbanización que se han presentado en la gran mayoría de las ciudades del mundo, la discusión se ha centrado en la pérdida del monocentrismo en las ciudades a partir de una descentralización del empleo.

Durante los años ochenta, y hasta la actualidad, se ha llevado a cabo un gran número de estudios dedicados a identificar y delimitar los subcentros de empleo en las grandes metrópolis, que han pasado de ser monocéntricas y compactas a estar conformadas por sistemas urbanos de tipo policéntrico. Sin embargo, es a partir de la publicación de los trabajos ampliamente referenciados de Peter Gordon y Harry W. Richardson (1996), Beyond Polycentricity: The dispersed metropolis, Los Angeles, 1970-1990, y de Robert E. Lang (2003), Edgeless Cities: Exploring the Elusive Metropolis, que se despierta el interés por el comportamiento de la actividad económica fuera del centro principal y de los subcentros de empleo. El libro de Lang (2003) retrata los espacios de actividad fragmentados y poco densos de algunas ciudades de Estados Unidos. Al respecto acuña el término edgeless cities, confrontado con el de edge cities, popularizado por Garreau (1991) la década anterior para describir los subcentros de empleo surgidos durante los años ochenta en Estados Unidos.

En cuanto al artículo de Gordon y Richardson (1996), han sido ampliamente debatidas dos de las ideas que se desprenden de él y que resultan especialmente controvertidas. La primera es que el policentrismo podría ser tan solo un paso intermedio entre el monocentrismo y la dispersión; la segunda es que, dado que el fenómeno viene impulsado por fuerzas de naturaleza global, como las mejoras en el transporte y las telecomunicaciones, más tarde o más temprano la mayoría de grandes ciudades del mundo evolucionarían hacia el modelo disperso. Existe una larga lista de estudios que han replicado la metodología de los autores para grandes ciudades del mundo, y en todos los casos consultados, sin excepción, se obtienen resultados semejantes: el crecimiento del empleo en las zonas dispersas ha sido mayor que en los subcentros. Los datos indican que la dispersión tiende a imponerse frente al policentrismo (Gallo et al., 2010; Garcia-López & Muñiz, 2010; Gilli, 2009; Lee, 2007; Muñiz et al., 2014; Pfister et al., 2000; Shearmur et al., 2007).

El crecimiento urbano de las ciudades, acompañado del inevitable incremento demográfico, ha ocasionado una reestructuración en la lógica de distribución de los agentes de la ciudad (Abramo, 2012; De Mattos, 2002, 2004, 2006; Link, 2008; Muñiz & Garcia-López, 2009). La dispersión del empleo en las grandes ciudades, preocupante desde una perspectiva económica y ambiental, es un elemento clave en la disgregación y fragmentación del espacio urbano residencial. La dispersión urbana dificulta la generación de economías de aglomeración, consume mucho espacio urbanizado y genera un patrón de movilidad orientado hacia el automóvil, el cual comporta elevadas emisiones de gases de efecto invernadero y de contaminantes atmosféricos. En este sentido, la descentralización del empleo (un menor monocentrismo) puede llevar al policentrismo, a la dispersión, o bien a un modelo mixto que combina, de forma más o menos equilibrada, policentrismo y dispersión del empleo.

En claro contraste con la abundancia de trabajos que analizan e identifican subcentros de empleo en las grandes ciudades, el interés por las ciudades de tamaño intermedio se ha focalizado principalmente en aquellas que forman parte de una red metropolitana gobernada por una ciudad de rango superior; esto es, las denominadas ciudades-subcentro. Por su parte, las transformaciones experimentadas por ciudades medias o intermedias no integradas en un gran sistema metropolitano despiertan menor atención, y ello a pesar de ser los asentamientos que han experimentado el proceso de crecimiento poblacional más importante a escala mundial (Bellet & Llop, 2002, 2004). Como las grandes ciudades, también tienen problemas de congestión y podrían presentar dinámicas semejantes; es decir, conformar subcentros y/o dispersar el empleo de forma equilibrada en la región.

En este sentido, las ciudades intermedias han cobrado cada vez más relevancia por la función que ejercen dentro de su territorio, así como por las relaciones y flujos que ofrecen al exterior, volviéndose áreas de oportunidad económica para las zonas rurales dentro de su rango de influencia (Bellet & Llop, 2002). En Latinoamérica, un 8,2% de la población vivía en ciudades con una población comprendida entre 500.000 y un millón de habitantes en 1980, un porcentaje que aumenta hasta el 9,5% en 2010 (Manzano & Velázquez, 2015). En México existen 120 localidades con un tamaño comprendido entre 100.000 y un millón de habitantes, que albergan un 35% de la población (El Colegio del Estado de Hidalgo, 2014). Una proyección realizada por el Sistema Urbano Nacional (sun) en el periodo 2010-2030, destaca que el número de ciudades en el país aumentará un 150,26%, mientras que la población crecerá un 40,78%. En promedio, de acuerdo con la proyección, las ciudades verán incrementada su población, ello con excepción de las ciudades intermedias, en las cuales disminuirá un 18,1% en relación con el total de ciudades proyectadas al 2030, y un 17,5% en relación con la población de dicha proyección. Un hecho que se puede asegurar es que el aumento de la población modificará la morfología urbana de las ciudades intermedias de México, lo que tendrá como consecuencia un cambio en su categoría dentro de la clasificación de las ciudades.

La investigación que aquí se presenta comienza con la selección de las ciudades intermedias en México, todas ellas con un tamaño poblacional entre medio millón y un millón de habitantes, según la clasificación de oNu-Hábitat a la fecha del inicio del estudio. La selección de ciudades intermedias mexicanas aquí incluidas se debe principalmente al conocimiento de la realidad urbana mexicana por parte de los autores, lo cual ha facilitado la obtención de la información geoespacial necesaria para llevar a cabo el presente trabajo y la contextualización de los resultados obtenidos.

Posteriormente, se realiza un estudio del comportamiento de la localización del empleo en dichas ciudades en un lapso de veinte años, un tema que no había sido estudiado de forma sistemática, por lo que había un gran vacío en el conocimiento de los procesos de descentralización en las ciudades intermedias mexicanas. A continuación, se identifican y delimitan los subcentros de empleo mediante el uso de los Sistemas de Información Geográfica (sig) y técnicas estadísticas. Por último, se examina dónde ha crecido más el empleo de las ciudades intermedias mexicanas seleccionadas, si en los subcentros de empleo, en el centro principal o bien en su periferia dispersa. El reto consistió en la aplicación de un método de umbrales estadísticos de empleo para la identificación de subcentros, ya que los umbrales numéricos generalmente adoptados para la identificación de subcentros en las grandes metrópolis resultan inservibles cuando se trata de ciudades de tamaño mediano o intermedio.

Analizando los principios del policentrismo en la descentralización del empleo, este trabajo pretende contribuir al debate en torno a la forma urbana de las ciudades intermedias latinoamericanas; esto es, si ante los acelerados ritmos de urbanización, estas ciudades siguen tendencias similares a las grandes metrópolis, o presentan una lógica de distribución policéntrica propia de un entorno urbano de menor tamaño. Los resultados señalan que las ciudades intermedias mexicanas se están descentralizando de un modo diferente al de las grandes metrópolis, ya que el policentrismo se impone frente a la dispersión.

Revisión bibliográfica

Desde una perspectiva económica y en un contexto de descentralización del empleo, numerosos académicos sostienen que el policentrismo es una estructura urbana preferible a la dispersión, ya que consume menos suelo y permite replicar las economías de aglomeración que se dan en los centros de negocios (CBD), sin sufrir sus problemas de congestión y elevados precios. Desde una perspectiva ambiental, tanto los defensores del Enfoque de Ciudad Compacta como los del Enfoque de Ciudad Autosuficiente, coinciden en preferir el policentrismo a la dispersión, ya que no solo consume menos espacio, sino también menos energía de origen fósil.

El policentrismo se ha estudiado y teorizado partiendo de dos escalas espaciales diferentes, lo cual puede generar malentendidos terminológicos. La primera sería la escala regional, que puede incluir varias ciudades grandes y medianas, y cuyo radio puede superar los 200 kilómetros; el Randstad holandés o el Flemish diamond belga son un ejemplo de ello (Dieleman & Faludi, 1998; Lambooy, 1998). Esta escala espacial regional es adecuada, por ejemplo, cuando se trata de localizar un aeropuerto o mejorar la red viaria y ferroviaria. La segunda escala espacial es la metropolitana, cuyo radio no suele superar...

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