La playa dominicana que se resiste al turismo - 10 de Enero de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 591300722

La playa dominicana que se resiste al turismo

La reacción del taxista camino al terminal donde se toma el bus que va de un extremo de República Dominicana (desde la famosa Punta Cana, costa este) al otro (Pedernales, en la zona suroeste) es común cuando los dominicanos escuchan sobre este viaje. El trayecto, poco más de 500 kilómetros, aunque largo, no parece de otro mundo. Pero lo que llama la atención es una cosa: ¿Por qué alguien iría al otro lado del país?

El nombre "Bahía de las Águilas" no ayuda a disipar la confusión. Sucede que ni los propios dominicanos están aún familiarizados con esta localidad, una playa meritoria, llena de reconocimientos, a la que algunos apuntan como la mejor del Caribe y de la que se dice tiene las aguas más cristalinas.

Pronto, se espera, eso cambiará. El anonimato relativo llegará a su fin. "Ha llegado la hora del sur", dijo el presidente de Republica Dominicana, Danilo Medina, en su rendición de cuentas de febrero de 2015. Pocos meses después anunció un plan de desarrollo turístico para esta olvidada zona. Desde entonces (aunque algunos visionarios partieron antes) se habla de que Bahía, como la llaman los locales, será la próxima Punta Cana. De que llegarán grandes hoteles. De que se impulsará un turismo masivo tipo resort. Y de que, a fin de cuentas, su característica más envidiable en un país donde el turismo manda, esa especie de oasis todavía poco conocido, se perderá entre miles y miles de toallas y reposeras.

"Usted ha llegado a un remanso de paz", reza el cartel que da la bienvenida a Pedernales, un pueblo fronterizo con Haití, en la provincia del mismo nombre que fue fundada por el dictador Rafael Trujillo en 1957 para consolidar la frontera. Desde entonces, el pueblo se ha mantenido alejado de los progresos de la capital y de la fama de zonas como Samaná, La Romana o Puerto Plata.

Pedernales es el último de una seguidilla de pueblos a los que se llega tras enfilar desde Santo Domingo al oeste y llegar a Barahona. Los Patos, Enriquillo, Juancho y Oviedo son algunas de las "colonias" que están -una tras otra- en la carretera 44, un camino de dos vías, sin luz y con múltiples controles de policía, que va atravesando estos villorrios de casas pobres donde la gente parece estar más a gusto en las calles que dentro de sus propios hogares.

Los 319 kilómetros de Santo Domingo a Pedernales, la antesala a Bahía de las Águilas, se hacen en seis horas. Y cuando uno llega a esta localidad, resulta que el aspecto de este municipio no es la excepción a los poblados que dejamos atrás.

Pedernales tiene ese característico letargo de los pueblos todavía ajenos al bullicio de las ciudades más grandes. Hay coloridas casas de un piso y calles de pavimento que muchas veces están desiertas, y otras veces están ocupadas por vacas y gallinas que pasean libremente.Si no fuera por los motoconchos, motos que hacen de taxi y que pueden soportar hasta tres pasajeros además del conductor, a veces este pueblo parecería una foto antigua.

Esta localidad tiene una playa con las características propias del litoral sur (y también de las playas más famosas de República Dominicana): arena blanca y aguas calipso. Pero está mal cuidada y disfrutarla es difícil. El malecón es pequeño y está...

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