El plan que promete rescatar a la Basílica del Salvador - 28 de Septiembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 535175358

El plan que promete rescatar a la Basílica del Salvador

Sin embargo, al fin -contra el escepticismo reinante- un complejo proyecto promete resucitar a la neogótica basílica, que hoy entrega una imagen a la vez grandiosa y ruinosa, apenas uno se asoma al cruce de las calles Almirante Barroso y Huérfanos, y ve su frontis -de más de cuarenta metros de alto y treinta y siete de ancho, lleno de esculturas y relieves- en general en buen estado, pero con evidentes grietas. Imagen que se acrecienta mientras se camina por Barroso hacia Agustinas: noventa y ocho metros de albañilería, un corredor... las estacas de emergencia que sostienen el muro, la reja que impide circular por la vereda contigua, la esquina derruida. Y que estalla cuando se ingresa al templo: alturas de treinta metros en las tres naves, crucerías en el cielo, el altar de la Virgen del Carmen, arcos en albañilería, pilares como piernas de gigante... dos cerros de escombros de varios metros de altura -uno en la nave central, otro que creció con el derrumbe del domingo 14 de septiembre-, pilares, vitrales y partes del muro que ya no están, pinturas y revestimientos de yeso que escurrieron con las lluvias, un cuarto menos del cielo, una estructura piramidal -de fierro- que funciona como zona de seguridad si se presenta algún temblor; y polvo, mucho polvo.

"La basílica hoy día es un agente de deterioro urbano, y eso es terrible si piensas que es el origen del barrio", dice Dino Bozzi, el arquitecto del plan de reconstrucción.

El pecado de Burchard

En 1864, al año siguiente del incendio que destruyó la iglesia de la Compañía y mató a alrededor de dos mil personas, el entonces Arzobispo de Santiago, Rafael Valentín Valdivieso, firmó una ordenanza que mandaba edificar, en honor de las víctimas, una iglesia destinada al "Salvador del mundo". El diseño se le encargó al arquitecto alemán Teodoro Burchard. La primera piedra se puso en 1870 y las obras comenzaron en 1874.

El inicio de la Guerra del Pacífico, en 1879, retardó las obras, pero también le dio un nuevo sentido al templo: los soldados chilenos llegaron a la iglesia a rendir sus armas y agradecer el triunfo, y las puertas del altar mayor se hicieron con la fundición de cañones de la guerra. Después, en 1892, cuando se terminó la obra gruesa del edificio, llegó al lugar la imagen de la Virgen del Carmen, por lo que el templo se convirtió en santuario nacional, lugar de veneración de la imagen, y punto de inicio -hasta 1985- de la procesión de la "Madre, Reina y Patrona de Chile".

Todo bien hasta que llegaron los terremotos. Con el de 1906, se cayeron unos arbotantes (medios arcos típicos de la arquitectura gótica) que estaban en la parte superior de la fachada poniente, pero fundamentalmente se dañaron las cubiertas, "tuvieron que reemplazarlas completamente, lo que cambió la geometría del edificio", cuenta Bozzi, y además quedó con un daño importante en la zona frontal.

El pecado de Burchard fue construir en Chile como si estuviera en Alemania: "Es un edificio de albañilería simple, que no tiene ningún refuerzo -por supuesto no hormigón armado, que no es de la época, pero tampoco fierros-; Burchard hizo un edificio de muros súper macizos y confió en que esa masa lo iba a sostener. Lo que no quita que el diseño del...

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