Pilar Pérez tras las rejas - 2 de Julio de 2011 - El Mercurio - Noticias - VLEX 285564635

Pilar Pérez tras las rejas

Son 387 los pasos que separan de la calle a María del Pilar Pérez, condenada a presidios perpetuos calificado y simple por un parricidio y dos homicidios consumados, además de otros graves cargos. Aunque ella alega inocencia hasta el día de hoy, la sentencia fue confirmada en forma unánime por la Corte Suprema y no existen recursos pendientes.Â

Es la principal condenada en el proceso judicial más largo desde que se implantó la Reforma Procesal Penal en Chile. Fue considerada responsable por los homicidios de Diego Schmidt-Hebbel y Héctor Arévalo; por el parricidio de su ex marido Francisco Zamorano, por el homicidio frustrado de María Aurelia López, Gloria Pérez López, Agustín Molina y María Belén Molina, y por lesiones graves a su nuera Montserrat Hernando.

Son trescientos ochenta y siete pasos que permiten abrir los candados de cada una de las cinco sonoras rejas hasta alcanzar la Unidad de Custodia Directa de la Cárcel de Mujeres, justo al frente de la sede San Joaquín de la UC.Â

Una unidad penal especial: aquí sólo viven las reclusas que Gendarmería estima de mayor vulnerabilidad, ya sea por labilidad sicológica -amenaza de suicidio- , o bien porque correrían riesgo vital si se juntaran con otras. Una unidad que antiguamente fue el lugar de reclusión de las internas juveniles.

Aquí está hoy María del Pilar Pérez López, quien cumplirá 60 años este 21 de diciembre. Comparte el recinto con Jeannette Hernández, la mamá de los hermanos Rojo; además de una condenada por prostitución infantil y otra por narcotráfico. Por eso, las medidas de seguridad se extreman. "Ellas enfrentaron un juicio terrenal y nosotros nos encargamos de que cumplan su condena. El otro, el de Dios, se verá después", dice, concentrado, un funcionario de Gendarmería que da con nosotros los pasos hasta alcanzar la última reja. Él y sus compañeros cuentan cosas que les han quedado en el recuerdo: como el día en que vieron a María del Pilar con las muñecas vendadas -en su traslado a Gendarmería desde el hospital Salvador- y todos creyeron que había atentado contra su vida. "Pero no, ella explicó que la enfermera le había vendado las muñecas para que no le dolieran las esposas. Después supimos que era verdad".Â

Hasta el 24 de junio estuvo recluida en un lugar inhóspito, de piso de cemento y frío. Un puñado de celdas de 9 metros cuadrados, presididas por un comedor de techo descascarado y paredes amarillas deslavadas, con cuatro mesas redondas cubiertas por manteles plásticos floreados o bordados. Adosados a una pared, dos lavaderos de loza, modelo antiguo.

Eso era antes.Â

Ahora, su celda es distinta. Más blanca y más limpia. A pesar de los hechos acreditados por la justicia, Pilar sigue insistiendo en su inocencia y su estrategia durante la entrevista es afirmar que su juicio no fue justo. Una y otra vez.

-Los tiempos de Dios no son los del hombre. Él nos observa y me está ayudando. Por eso sé que mis días aquí no serán demasiados. No me cabe duda de que saldré libre, tengo mi plan, pero de eso no quiero hablar. Se lo dejo a Dios, y a él sólo adoro -dice.

Siempre vestida de jeans, con tres o cuatro beatles de lana, un polerón de pólar, varias medias y calcetines, a veces se sienta a la mesa con una bolsa de agua caliente que se coloca en su falda. El pelo liso, de un amarillo pajizo, tomado en un moño y el rostro sin maquillaje.Â

El día de las fotos, 28 de junio, Pilar Pérez se da algunas licencias...

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