Picaresca y política - 29 de Agosto de 2021 - El Mercurio - Noticias - VLEX 875182837

Picaresca y política

La Lista del Pueblo acaba de derramar la gota que colma el vaso. Después de la rocambolesca elección de su candidato presidencial, luego del desfile ante el Servel y después de los discursos (primera vez que un mapuche aspiraba a la presidencia, por fin un sector marginado desafiaba formalmente a la élite, la refundación de Chile comenzaba, etcétera, etcétera), resultó que todo era un fraude, una picaresca, una torpe trampa.Miles de firmas habían sido dibujadas ante un notario, y una notaría, inexistentes.El hecho posee una obvia significación delictual, pero sobre todo política.Y es más grave de lo que aparenta.A fin de cuentas, la Lista del Pueblo es, al menos desde el punto de vista numérico, una fuerza política con amplia presencia en la Convención Constitucional. A quienes la integran está entregada en una medida importante el dibujo de nuestra comunidad cívica, las reglas que configurarán el poder, los derechos que inmunizarán a los ciudadanos frente a la injerencia no consentida, el régimen de gobierno, etcétera. Y lo que acaba de ocurrir con su candidato (que se suma a otros tropiezos y, todo hay que decirlo, a algunas payasadas) hace dudar de la competencia de sus integrantes para estar a la altura de esa tarea.No se trata de competencia intelectual. El problema es más sutil.Para participar de una actividad institucional (como una elección presidencial o el diseño de una Constitución) es imprescindible conocer las reglas tácitas o implícitas que la configuran y tener lealtad hacia ellas. Ocurre en esta materia lo mismo que con un juego. Pretender jugar fútbol o ajedrez sin cumplir las reglas es desconocer que estas últimas son las que configuran el juego y que al margen de ellas este último no existe y pasa a ser otra cosa. Jugar es respetar reglas. Y lo mismo puede decirse de la política democrática. Pretender participar de esta última a punta de empujones, actos expresivos, rondas, funas, trampas o cancelaciones, como lo ha hecho la Lista del Pueblo, y hacerlo a costa del diálogo y la deliberación racional, no es lo mismo que hacer política democrática.Habría que averiguar a qué equivale.Es verdad, como observó Ernesto Laclau, un brillante intelectual argentino de amplia influencia en el mundo académico (lo que no es lo mismo que decir cabalmente entendido por el mundo académico), que la nuestra es una sociedad dislocada, una sociedad que ha perdido su centro, desperdigándose en...

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