Philippe Sereys de Rothschild: 'Deberíamos dejar de torturarnos con esto de los ciclos (...) pase lo que pase, la gente seguirá bebiendo vino'
En el mundo del vino hay nombres que trascienden las etiquetas y cuyo legado ha ido dando forma a una industria cargada de mística. Philippe Sereys de Rothschild (60) es heredero de una dinastía vinícola que ha perdurado a través de generaciones, hoy es presidente y CEO de Barón Philippe de Rothschild, compañía que inició su bisabuelo hace 150 años en Francia y que ha potenciado dos líneas de negocio: las fincas y los vinos de marca.Antes de viajar a la Patagonia chilena, Rothschild conversó con "El Mercurio" sobre su especial conexión con el país, donde su empresa comenzó a invertir hace más de 35 años en asociación con la vinícola nacional Concha y Toro. Destaca que fuera de Francia solo tienen capitales vitivinícolas en Estados Unidos y en Chile, y que pese a que han sorteado el actual escenario de crisis que atraviesa la industria, ve incierta una pronta recuperación. Al mismo tiempo, destaca que la desaceleración del consumo y la baja en los precios "no los desconcentra del foco", que es "producir el mejor vino que se exporte desde Chile", señala.En su visita la semana pasada, Rothschild anunció una nueva inversión que considera la ampliación de sus bodegas en Puente Alto y la apertura al público de Viña Almaviva como un espacio turístico, que empezará a operar el primer trimestre de 2024.La relación de los Rothschild con Chile comenzó en 1988, cuando su madre, Philippine de Rothschild -quien antes lideraba la compañía-, decidió adquirir una viña en el Valle de Colchagua que denominó "Los Vascos". Al siguiente proyecto lo llamaron "Almaviva", un joint venture con la Viña Concha y Toro -de propiedad de la familia Guilisasti- que hoy cumple 25 años desde su primera cosecha en 1998.La apuesta fue producir vinos top quality desde Chile y tras 15 años consiguió posicionarse en el mercado europeo y luego global, que hoy tiene a Brasil como uno de sus principales compradores y cuyo valor de venta supera los US$ 162 por botella.-¿Por qué su familia decidió incursionar en viñedos en Chile?"Descubrimos que había un clima privilegiado para el vino y teníamos muy claro lo que queríamos hacer: un vino de muy alta calidad. Todo comenzó, en gran medida, en torno al aspecto técnico, y luego el producto fue lo principal. Fue un largo camino, cuando haces una empresa conjunta no es llegar y entrar; necesitábamos entendimiento mutuo con las dos familias -Guilisasti y Larraín-, entender quién es quién y cómo se organizaba el mercado del vino en Chile...
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