La 'petite histoire' culinaria - 29 de Octubre de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 695732049

La 'petite histoire' culinaria

La "petite histoire" nos cuenta, por ejemplo, que Luis XIV, ya sin dientes ni muelas, disfrutaba al final de sus días especialmente del pan y de las ensaladas: nada de carnes duronas. Antaño, el asunto era sencillo: ¿duele una muela? !Fuera con ella¡

Nietzsche, anacoreta en Sils Maria y entregado, según Wagner, a indescriptibles manualidades, solía descolgarse, por el vertiginoso Maloja Pass, hacia Lombardía y recalaba en Turín: de vivir de arrocito cocido y agua de toronjil, pasaba a embucharse "platillos" piamonteses capaces de reventarle la vesícula a un palurdo saboyano. Talleyrand, por su parte, luego de apostatar y renegar de la mitra, comía, ya caída la tarde, exquisiteces que le preparaba Carème. Luego de sus usuales pilatunadas nocturnas, se metía (la segunda vez) a la cama con trece o más bonetes de noche, envuelto en chalecos y chombas por todas partes: al día siguiente, hacia las 11 am comenzaban los valets a quitarle todos los refajos nocturnos, cosa que demoraba un par de horas; se hacía unos lavados atroces de nariz y luego tomaba tres o cuatro infusiones de tilo y nada más, hasta la hora de comer nuevamente.

Gounod (el del Fausto de Gounod) tenía debilidad por los huevos escalfados puestos sobre rebanadas de pan frito y cubiertos con una salsa de tomate, más una guarnición de champiñones. Meyerbeer, a su vez, comía de preferencia huevos fritos guarnecidos con riñones de cordero salteados en mantequilla, trufas y pastelitos de foie...

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