Perseguir al creador - 8 de Agosto de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 646592065

Perseguir al creador

Se trata de una sensación que invade la película de punta a cabo, fundiéndose por completo con la columna central del relato, la gran historia épica en la vida del artista: el año en que de Senador de la República pasó a ser el hombre más buscado de Chile; la crónica de sus días como prófugo, escribiendo a saltos y resaltos el Canto General, y rematada dramáticamente por su posterior escape hacia Argentina, a través de la Cordillera, guiado por arrieros. Es, en verdad, un material harto más atractivo que la fantasía de un Neruda escribiendo poemas de amor para un cartero que los necesita con urgencia; pero, claro, la leyenda viviente que aparece retratada en "Il Postino" poco y nada tenía que ver con la cosa real; era, más bien, un artefacto diseñado para generar falsa cercanía, esa que se divisa hoy en las selfies que la gente común y corriente se saca muy sonriente con los famosos de turno.

Y lo que menos posee el Neruda imaginado por Pablo Larraín -director del filme- y Guillermo Calderón -su guionista- es esa prefabricada "cercanía". Dice mucho de las intenciones de la cinta que su personaje principal (encarnado por Luis Gnecco) esté continuamente cambiando de disfraces, profesiones, apariencias e incluso de identidad: pasar de impecable terno negro a pomposo traje blanco, de congresista a presunto empresario bananero y luego a falso ornitólogo, de lampiño a barbado, de Neftalí Reyes a Pablo el escritor y después a Antonio Ruiz Legorreta (el nombre con el que escapó de Chile), como si todo en su figura estuviese en constante flujo, escurriéndose de cualquiera que intente atraparlo para quedarse con un souvenir del genio; o peor aún, un recuerdo del hombre.

Tal vez es por eso que, en vez de apostar por la biografía, el testimonio y el respetuoso apego a los hechos -porque la película se toma bastantes libertades con lo que realmente ocurrió, como consignó hace unos días en carta a este mismo diario Víctor Pey, el amigo español que ayudó a Neruda en su huida-, los realizadores hayan optado por reforzar el lado imaginario de la anécdota y plantar al centro de ésta la figura de Óscar Peluchonneau (Gael García Bernal), como el funcionario encargado de seguir sus pasos hasta las últimas consecuencias. Es cierto que una persona con ese mismo nombre fue director de la Policía de Investigaciones durante un par de meses, al final de 1952, en los días postreros de la presidencia del tenaz perseguidor de Neruda, Gabriel González Videla; pero el...

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