La pérdida del héroe de la gente en situación de calle - 22 de Agosto de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 847386183

La pérdida del héroe de la gente en situación de calle

Luis Rivas, funcionario de la casa de acogida Josse Van Der Rest"Siempre tenía la puerta abierta y una silla para que cualquier abuelo entrara a conversar con él. La oficina de Claudio está en un lugar central de la casa de acogida, donde atendemos a alrededor de 90 hombres en situación de calle, que tienen de 55 años para arriba. La mayoría son adultos mayores. Funciona como una casa: se les da sus cuatro comidas, hay habitaciones con cinco camas cada una, un comedor con televisión y un parque. También hay talleres en los que ellos participan: de lectura, de carpintería. Claudio era el jefe del hogar, pero era muy sencillo. Los viejos se acercaban a su oficina a contarles sus problemas. Por ejemplo, le decían que se les acabó la plata de la pensión y querían salir a comprar una galleta o un cigarro. Él anotaba en un cuaderno y les pasaba lo que necesitaban. Y cuando al usuario le pagaban, se lo devolvían".Jorge Zapata, 63 años, residente en la casa de acogida Josse Van Der Rest"Llevo ocho años viviendo en la casa. Llegué muy enfermo. Me dio artrosis en las caderas, andaba con bastones y no pude seguir trabajando. Tuve que dejar la pieza donde vivía y me fui a dormir a la Plaza de Armas. Ahí un teniente me habló de esta casa y así llegué. Cuando en 2017 Claudio llegó de jefe, altiro se notó el cambio. Era muy humanitario, porque estaba acostumbrado a trabajar con la gente necesitada. Conversábamos mucho. Ibamos los dos a almorzar a El Cacique, un local que está cerca. Me preguntaba qué cosas creía había que mejorar en la casa. Antes, por ejemplo, nos servían un guiso de zapallo y estaba todo sancochado. Él se preocupó de mejorar las comidas".Pedro Guerrero, 75 años, residente de la casa de acogida Josse Van Der Rest"A mí me trajeron a la casa un par de amigos. Yo arrendaba una pieza, pero tuve problemas con el que arrendaba y me quedé sin techo. Aquí me acogieron. Claudio era muy amable. En las mañanas cuando llegaba se daba una vuelta por la casa y saludaba de mano, estaba siempre pendiente de cómo estábamos. Yo le planteé algunos problemas, porque tengo una hija y unos nietos, y él me daba consejos. Claudio nos guiaba".José Yuraszeck, capellán del Hogar de Cristo"Yo tenía mucho contacto con la casa de acogida porque, antes de que comenzara la pandemia, celebraba la misa todos los martes en la mañana. Me juntaba con Claudio, con los viejos, con su equipo (...). Claudio era una persona muy creyente, cero complicación, un gran facilitador, siempre con una sonrisa. Era como el gran papá del programa y a veces también le tocaba poner límites. Los viejos me decían: 'Oiga padre, mi jefe Claudio me dijo que me bañara', porque a veces los viejos no se quieren bañar. Y yo les respondía que tenían que hacerle caso".Valeska Vargas, esposa de Claudio Leiva"Claudio creció en una familia católica. Lo conocí cuando él tenía 17 y yo 14 en la parroquia de la pastoral Nuestra Señora del Carmen de Maipú. Nos pusimos a pololear al año siguiente. Él entró a estudiar Ingeniería Comercial a la Universidad...

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