La Pequeña Habana de Trump - 26 de Noviembre de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 654053193

La Pequeña Habana de Trump

-Esa fue la primera vez que lo vi en persona, aunque él ha venido muchas veces. En campaña vino muchas veces, no como Hillary, que nunca se apareció por el barrio -dice Juan Peña, un cubano de 80 años que llegó a Miami en 1965. Cuando dice "el barrio" se refiere a la Pequeña Habana o Little Havana, el enclave latino al que apostó el magnate hotelero para frenar el repudio por sus ataques a los mexicanos.

Juan Peña tiene en la solapa de su chaqueta una insignia que une las banderas de Cuba y de Estados Unidos. Dice que nunca regresará a la isla hasta que se vayan los Castro, que es un feliz jubilado bancario y que está contento con el triunfo del candidato republicano. En un momento detiene el paso y apunta:

-Por esa puerta entró.

Mientras en el resto de Estados Unidos las protestas contra la elección del Mandatario hotelero no se detienen y crece el temor entre los latinos y otras minorías, aquí, en esta zona de Florida, el triunfo de Trump tiene otra mirada. Muchos que lo vieron venir al barrio durante la campaña, guardan los recuerdos de sus visitas con exagerado celo. Como si, de pronto, apostar por un candidato poco probable ahora les fuera a pagar más de lo esperado.

La puerta que apunta Juan Peña es de vidrio y da a la Calle 8, a la altura del 3555 de la calle South West. Esta tarde, los asistentes al local se reparten entre cubanos de 80 años que toman café, los que vienen de comprar habanos, los que comen algún postre cubano o los que andan con sus nietos. Una turista de pelo rubio y puntas rosadas compra minicocos y minipalmeras. Una pareja de novios de 50 años aprende a tomarse selfies mientras piden una cerveza. Las vendedoras usan todas delantales claros. En una de las mesas está Felo Ramírez, un legendario relator de béisbol con más de 90 años, que llegó de Cuba cuando joven y que en Florida se transformó en celebridad narrando los juegos de los Marlins de Miami.

Salvo Juan Peña, ninguno de los otros estaba el día en que apareció por acá Donald Trump. Fue el 27 de septiembre pasado, cuando todo parecía en contra de quien será el Presidente número 45 de los Estados Unidos.

La detención en el Versailles fue de cinco minutos. Trump saludó a la vendedora de aquel día, al administrador del restorán, y se quedó de pie tomando un café cubano. La imagen de los videos de esa mañana lo muestran conversando amablemente, sin importar que a menos de dos metros de distancia un puñado de cubanos le gritara: "!viva Trump¡", "!vamos Trump¡", "!aquí Trump¡". A un costado estaba Rudolph Giuliani arengando al público. Los guardias de seguridad daban instrucciones por sus radios.

Dos semanas antes, el candidato ya había visitado la ciudad en actividades oficiales. Calculaba que el voto mexicano estaba perdido, y reforzó la apuesta para agarrar el voto cubano y venezolano. Como siempre, Florida asomaba como un estado clave para la elección.

La visita a la Pequeña Habana no fue un día cualquiera. La noche anterior, Donald Trump había participado junto a Hillary Clinton, en la Universidad de Hofstra, en Long Island, en el primer debate presidencial por las elecciones de Estados Unidos. Todos los encuestadores y los medios daban por amplia ganadora del debate a Clinton. Los analistas se dividían entre los...

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