'Hay penas que solo se pasan con títulos'
Manzano tiene solo 20 años, pero dentro de la cancha, y también fuera, se comporta como un tipo avezado. "Soy confiable, obediente, táctico y, por sobre todo, trato de apoyar a mis compañeros, mantenerlos concentrados. En la vida soy igual: se juega como se vive", afirma.
"Soy de la población Los Lagos, comuna de San Esteban, Los Andes. Vivía a dos casas de la cancha de baby y llegaba del colegio a jugar. Me llevaba muchos retos, porque no hacía tareas. Mi papá Fernando me enseñó y me metió en el fútbol: el fin de semana era pura pelota: el sábado entrenábamos y el domingo estábamos todo el día en la cancha", cuenta.
A los 11 años, llegó a la UC. "El ex jugador Alejo Rodríguez me trajo a una prueba con otros compañeros de Los Andes. Llegamos 50 y solo quedé yo. Después empezó lo difícil, porque mi papá pagaba los viajes. Yo cumplía un sueño, pues siempre quise ser futbolista, pero el esfuerzo era suyo: me acompañó hasta los 14 años a Santiago, muchas veces después de trabajar toda la noche. Era el doble de gastos, más la colación... Me inculcó lo de trabajar y trabajar. Gracias a él estoy donde estoy, por su paciencia y su ímpetu de siempre ir por más. A los 16 me dejaron en la Casa Cruzada. Fue un alivio tremendo".
-¿Tuvo una infancia sufrida, como muchos futbolistas?
"Nunca faltó para comer, pero con los viajes costaba llegar bien a fin de mes. Después mi papá le pagó la universidad a mi hermano mayor, y sin crédito. Fue duro, pero cada vez que me ve en la cancha dice que voy bajando la deuda, jaja... 'Para esto nos sacrificamos', me dice".
-¿Nunca pensó en abandonar y hacer más fácil la vida de su familia?
"Nunca. No me lo iba a permitir yo ni tampoco mi papá, porque siempre me exigía más. Después de los partidos me preguntaba si estaba cansado y le decía que no. Entonces me retaba: 'Cómo no vas a estar cansado, eso quiere decir que no diste todo'. Es el gestor de todo esto".
-¿Cuál es la principal lección que ha aprendido en Primera?
"En la juvenil te equivocas, pero no sufres mucho: puedes perder un balón en el medio y quizás no pasa nada; en Primera pierdes un balón y es gol seguro. Hay poco margen de error".
-¿La final perdida ante O'Higgins ha sido lo peor de su corta carrera?
"Sí. Me costó mucho superar ese momento. Me ayudó mucho que tuvimos que jugar la liguilla o me habría costado mucho más sacármela de la cabeza. Desde los 11 años imaginaba jugar una final a estadio lleno y ganarla... Me dolió mucho, demasiado. Hay penas que...
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