Ni pena ni miedo - 1 de Febrero de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 555033946

Ni pena ni miedo

En el ámbito estrictamente político, los más obvios son los que siguen.

Desde luego, si hasta hace poco pudo discutirse si existía o no un nuevo ciclo político, durante este año no cabrá duda de que él ha llegado para la derecha. Y como ya es casi una costumbre en ella (si no, basta recordar el caso de Pinochet), no serán ni su obrar moral ni su comportamiento político los culpables de desatarlo: será el dinero, el mismo que, se sabe ahora luego del caso Penta, había sido todos estos años su casa y era también su prisión. El inicio de ese nuevo ciclo para la derecha (para la derecha, puesto que lo que le ocurra a la UDI ocurrirá también a RN) no estará marcado por un cambio de ideas, sino de personas. La pequeña oligarquía que dominó a la UDI -a la que se llamaba por nombres militares, coroneles, y cosas así- será reemplazada poco a poco por nombres distintos de los que, hasta ahora, coparon la escena (y las finanzas del partido). ¿Será distinta la UDI después de eso? No es posible saberlo con certeza; pero es probable que sí. Es probable que su apego al tipo de modernización que se instaló en los ochenta ceda el paso, poco a poco, al compás de los cambios en la sensibilidad pública, a un tipo de modernización conservadora pero menos ortodoxa que la que hasta ahora, al compás de mails del grupo Penta, había mantenido. El dinero, que de ser su casa pasó a ser en estos años su prisión, podría volver a ser simplemente su casa.

En el ámbito de la Nueva Mayoría, dos acontecimientos se desenvolverán este año.

El primero es el papel de la Democracia Cristiana al interior del gobierno de la Nueva Mayoría, que está animada por propósitos distributivos, es cierto, y de ahí la importancia que ha concedido a la reforma tributaria y a la educacional; pero también está alimentada por anhelos de cambio cultural. Socialistas y pepedés anhelan que lo que es normal al nivel de la calle -v.gr. el aborto, el consumo personal de ciertas drogas- se transforme en normal a nivel de la ley. La Democracia Cristiana, a la que la modernidad en todas las esferas de la vida no siempre le sienta bien, deberá tomar posición frente a esos anhelos. Los integrantes de la Nueva Mayoría deberán, pues, decidir, o comenzar a decidir -puesto que en política nada, o casi nada, es de un día para otro-, si los anhelos de cambio cultural forman o no parte de su identidad y si esa coalición era o no un simple arreglo electoral, con fecha de término, o si, en cambio, era un pacto...

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