La 'parodia grotesca' de un taller de costura en Auschwitz - 9 de Julio de 2022 - El Mercurio - Noticias - VLEX 907256027

La 'parodia grotesca' de un taller de costura en Auschwitz

En el libro "La cinta roja" había dos niñas que lograban salvarse de los hornos crematorios en los campos de concentración nazis gracias a sus conocimientos de costura. Esa historia, algo ingenua y adolescente, se convirtió en una novela exitosa, traducida a varios idiomas, que le dio reconocimiento a la historiadora de la moda Lucy Adlington. También, cuenta ella, le abrió las puertas a la historia verdadera de lo que ocurrió al interior de Auschwitz: la empezó a contactar gente de distintas partes del mundo para contarle que un familiar -la madre, la abuela, la hermana, la tía- había pertenecido al Estudio Superior de Confección abierto en aquel temible lugar."Si no hubiese escrito la historia imaginaria no hubiese descubierto la historia verdadera", cuenta Adlington a "El Mercurio" en una entrevista por Zoom. Si no fuera por los testimonios que recabó, el taller de alta costura para las mujeres de los jerarcas de las SS no tendría asidero en la racionalidad, cree Adlington.A pesar de que en todos los campos de concentración se utilizó a las mujeres que sabían coser para hacer ropa a los soldados y los civiles, la investigación de Adlington se centra en la decisión de Hedwig Höss, la mujer del comandante de Auschwitz, Rudolph, de contar con modistas para mantener su ropero. De entre las prisioneras dio con Marta Fuchs, una eslovaca dueña de un taller de moda en Bratislava y que era una gran cortadora de moldes. Al poco, Hedwig le pidió a Marta que organizara un espacio en el edificio principal de administración de Auschwitz para reclutar a más costureras que suplieran las necesidades de ella y de otras mujeres de los SS reinantes en el lugar. Este taller estaba en el subterráneo y las elegidas vivían allí en mejores condiciones que el resto de la población del campo de concentración. Adlington cuenta que al final de la guerra había unas 25 costureras, pero que en todo el tiempo en que funcionó pasaron por ahí cerca de 40 mujeres.Además de Marta, Adlington recogió los nombres de Betka, Katka, Irene, Renée, Hunya, Mimi, Manci, Alida, Marilou, entre otros, de las mujeres del taller e investigó sus orígenes, familias y cuándo llegaron al campo. Adlington utiliza toda esa información para construir su relato, que es ameno y muy detallado. Da cuenta del poder de la industria textil y de la moda en la Alemania de la década de 1930, mayoritariamente en manos de empresarios judíos. También, de la vida cotidiana de una familia, en donde las mujeres...

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