En París como un parisino más
-Acá la gente camina, camina y camina -dice Antoine, joven y parisino, un caluroso domingo de agosto mientras camina, camina y camina por las calles de su ciudad con una botella de agua en la mano, que rellena de parque en parque. Un cartel advierte que hacen 37 grados Celsius y recomienda tomar precaución. Victoria, su mujer, y Agatha, su hija de seis años, caminan, caminan y caminan a su lado, como si sus pies fueran inmunes a la prisión de los zapatos y sus piernas, el medio de transporte más natural del mundo.
Lo son.
Como la mayoría de los parisinos, viven en un departamento y no tienen auto, ni terraza, ni jardín. Y eso, en París no es símbolo de pobreza o de capa caída. Depender de la gratuidad de las propias piernas es un privilegio.
-Si necesitamos salir fuera, arrendamos auto -dice Victoria.
Si las heridas en los pies no tienen piedad o la distancia es larga, pedalear una bicicleta con luz frontal led y canasto cuesta 1,70 euros por día, 8 euros por semana o 29 euros al año gracias a las más de mil estaciones de Velib, el sistema de bicicletas públicas cuyo nombre es una mezcla ingeniosa de las palabras "velo" (bicicleta) y libertad. Además, las micros son baratas, pero ojo que si alguien se sube sin pagar -como es tradición en el Transantiago-, el chofer aprieta un botón y se escucha en todo el bus una amable grabación que indica lo que esa persona acaba de hacer. No tener jardín tampoco es dramático. En París hay paz, verdor, flores, insectos, naturaleza y prados donde echarse a leer una novela, absolutamente gratis.
Caminamos hasta el Jardin Naturel, a unas cuadras de su departamento en la Rue Bagnolet, que colinda con el cementerio Père-Lachaise, el más grande de la ciudad, donde hay lista de espera para los que quieran compartir la última morada con personajes como el vocalista de The Doors, Jim Morrison, los escritores Oscar Wilde y Marcel Proust, el compositor Fryderyk Chopin o la cantante Édith Piaf.
-El Jardin Naturel es "el" parque salvaje de París -dice Victoria, que sabe de lo que habla porque estudia paisajismo en su tiempo libre.
Creado en 1995, el Jardin Naturel marca una tendencia alejada de la obsesión de manicurista del jardín francés. En éste hay puercoespines, una pequeña laguna con peces, ranas y lagartijas acuáticas; las malezas reciben tratamiento vip y los insectos se protegen del invierno en unas construcciones de madera que llaman "hoteles". Un hombre lee un libro sentado en una banca bajo un olmo. La...
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