El Papa que pidió no temer a la verdad - 12 de Febrero de 2013 - El Mercurio - Noticias - VLEX 419440910

El Papa que pidió no temer a la verdad

Joseph Ratzinger hizo trizas en 2005 aquel dicho vaticano que afirma que "quien entra al Cónclave Papa, sale cardenal".

El entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe -sucesora del Santo Oficio de la Inquisición- y Decano del Colegio Cardenalicio era uno de los hombres más influyentes en el Pontificado de Juan Pablo II, cuyo funeral le correspondió oficiar, y era por lejos el favorito para sucederlo. Pese a las habituales especulaciones e intrigas, finalmente se necesitaron sólo cuatro escrutinios para que saliera humo blanco del Cónclave y se lo eligiera como el 265 Papa de la historia, el primer alemán en casi 500 años. Ya entonces muchos vaticanistas observaban que por su avanzada edad -tenía 78 años, el de más edad en ser elegido en 275 años- el suyo iba a ser un "Pontificado de transición", mucho más breve que los 27 años del polaco Karol Wojtyla, y sin mayores sorpresas.

Benedicto XVI, hasta cierto punto, era garantía de continuidad. Su aparente falta de carisma respecto de su popular antecesor la compensaba con su extenso trabajo intelectual como uno de los teólogos más brillantes e incisivos de su generación, y con una fama precedente de "duro" -lo que explica su apodo de "rottweiler de Dios"-, para nadie era secreto que se ubicaba en el ala conservadora de la Iglesia.

"Una fe adulta no es una fe que sigue la moda o el último grito de las novedades", dijo en una homilía un día antes de ser elegido como Papa, dando cuenta de su apego a la doctrina tradicional de la Iglesia y su rechazo a ciertas corrientes reformistas.

Expertos destacan que los ocho años del Pontificado de Benedicto han estado marcados una gran preocupación: la incesante búsqueda de la verdad.

Ratzinger ha sido un predicador incansable contra lo que ha llamado la "dictadura del relativismo", la idea de que los valores morales y los criterios d

e juicio no son un absoluto, sino que dependen de los individuos y la situación en que se aplican. "Nos estamos moviendo hacia una dictadura del relativismo, que no reconoce nada como definitivo y que tiene entre sus mayores valores al ego y los deseos propios", ha afirmado.

Otra de sus inquietudes ha sido el peligro de la creciente secularización, a lo que respondió la elección de su nombre, en honor a San Benito de Nursia, el fundador del ascetismo en Europa.

"En numerosas partes del mundo de hoy hay un extraño olvido de Dios", dijo a un millón de jóvenes reunidos en Colonia, Alemania, durante su primer...

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