El Papa y Charlie Hebdo - 18 de Enero de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 553242874

El Papa y Charlie Hebdo

"Si el doctor Gasbarri dice una mala palabra de mi mamá, puede esperarse un puñetazo. !Es normal¡" (...) "No se puede provocar", dijo el Papa, "no se puede insultar la fe de los demás. No puede uno burlarse de la fe. No se puede". Según Francisco, la libertad de expresión "tiene un límite".

Hasta ahora, Francisco era el favorito de los creyentes que querían ahorrarse el lado cavernario de la fe, el preferido de quienes pensaban que la fe era la adhesión a un puñado de principios de buena voluntad, una especie de actitud razonable y tolerante frente a la diversidad de la vida humana. Estaban equivocados. Como había dicho Ratzinger en Caritas in Veritate, la simple caridad, el simple anhelo de tratar con cuidado y consideración al prójimo, no tenía demasiado valor sin la verdad que la Iglesia atesora. Y esa verdad, que se refiere entre otras cosas a la santidad de Cristo y a la vida de María como ideal para las mujeres y las niñas, es la que obra, según Francisco, como un límite a la libertad de expresión.

Los creyentes, según Francisco, tendrían derecho a que esa verdad en la que creen no fuera relativizada ni burlada por los no creyentes.

So pena -al menos- de un puñetazo.

A primera vista, esa posición de Francisco parece sensata. Cada uno respetando las creencias fundamentales de los demás, en una perfecta convivencia plural y multicolor.

Pero a poco andar se advierte que su punto de vista es insensato y no puede ser aceptado.

Como las creencias fundamentales son definidas por el propio sujeto que las siente y las profesa, de hacerle caso a Francisco, cada miembro o grupo de la sociedad tendría derecho a erigir lo que creyera o abrazara como fundamental -el núcleo de su fe- como un coto vedado a la expresión o la sorna de los otros. Todos los que no compartieran la creencia declarada como fundamental debieran entonces enmudecer. Así, quienes piensan que el destino final de los seres humanos depende del hecho de que la mujer debe estar subordinada, que las niñas deben someterse a la ablación del clítoris, que el consumo es un error, que la ingesta de este o aquel producto es un pecado, que las transfusiones de sangre están prohibidas, que la homosexualidad es un error moral, que la píldora es una transgresión o el divorcio un pecado, y que reivindican todo eso como una creencia identitaria y fundamental, algo que se confunde con su identidad y su dignidad, estarían protegidos frente a quienes piensan que esas ideas son agraviantes para la...

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