La pandemia como catástrofe de dimensiones históricas
¿Por qué escribir sobre una pandemia todavía en desarrollo? Porque esta no es la historia de una pandemia, sino una Historia General de la Catástrofe y donde el covid-19, por supuesto, tiene un lugar destacado. Enmarcar así la actual emergencia sanitaria es lo que permitiría entender mucho mejor cómo se reaccionó ante ella, con algunos aciertos y muchas fallas, y prepararse para lo que está por venir.Esa es la propuesta del conocido historiador británico Niall Ferguson en su último libro "Doom: The Politics of Catastrophe" publicado esta semana y que se suma a su práctica de abordar temas contingentes, por sobre otros que requieren más distancia en el tiempo.Revisando una serie de catástrofes naturales y otras causadas por el ser humano, como la erupción del Vesubio, la Peste Negra, las guerras napoleónicas o la explosión del transbordador espacial "Challenger", por ejemplo, Ferguson busca advertirnos que estas disrupciones no se pueden pronosticar, porque no se distribuyen de forma regular a través del tiempo, sino aleatoria, y son regidas por las leyes del poder. Esto tiene enormes repercusiones."Puede ser simplemente imposible predecir o incluso atribuir probabilidades a la mayoría de los desastres", plantea el historiador. Por eso, más que gastar energías en intentar acertarle al futuro, un objetivo más realista sería hacer que nuestras sociedades y sistemas políticos sean más resistentes e idealmente menos frágiles de lo que son en la actualidad.Como las consecuencias de las grandes catástrofes se expresan en la economía, sociedad, cultura y política, incluso una pandemia no puede ser entendida y abordada solamente como un problema biológico. Así, el historiador echa mano a varios campos del saber -lo que se hace un poco abrumador en el libro- para desarrollar sus argumentos. En todo caso, esto ya viene siendo habitual en él y en otros comentaristas de actualidad, desde Fareed Zakaria a Yuval Noah Harari.De este modo, en "Doom" revisitará algunos de sus tópicos, como las fallas de las grandes burocracias ("La Gran Degeneración"), que probaron ser poco flexibles y sólidas -en el caso de los sistemas públicos de salud- para lidiar con emergencias dinámicas y propias de un mundo interconectado. Por eso, no le extraña que países más pequeños e institucionalmente eficientes gracias a una mezcla de meritocracia con tecnocracia, como Corea del Sur, Nueva Zelandia, Singapur y Taiwán, hayan presentado mejores desempeños frente al covid-19, que...
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