El palacio Iñiguez recupera su fachada cien años después
Estaba en la esquina de la Alameda y calle Dieciocho, una zona donde los magnates edificarían luego sus opulentas residencias. También lo hizo el señor Eduardo Iñiguez Tagle, empresario naviero e hijo del dueño original, quien encargó la construcción de su palacio Iñiguez a los arquitectos estelares de la época: Ricardo Larraín Bravo y Alberto Cruz Montt.
"Las obras finalizaron en 1908. Tenía una planta dedicada al comercio, luego dos pisos residenciales y una mansarda. El palacio Iñiguez -hoy propiedad de Duoc UC- es uno de los emblemas del barrio Dieciocho, que con sus mansiones de arquitectura afrancesada muestra el esplendor económico", señala el arquitecto Raúl Irarrázabal, quien encabezó la restauración de la gran fachada del palacio.
El proyecto "Reparación y puesta en valor de las antiguas Casas de Alto y piso comercial calle Dieciocho" fue diseñado por la Fundación Procultura, entidad que ha liderado una serie de rescates arquitectónicos y patrimoniales, como la reconstrucción de la escuela San Ignacio de Calera de Tango, y las restauraciones de la iglesia Sagrado Corazón de Jesús de Valparaíso, el salón de actos del colegio San Ignacio y, recientemente, la Posada del Corregidor.
La restauración costó $240 millones, y tuvo fondos del Consejo de la Cultura. "Es uno de los mayores proyectos que hemos realizado. Nadie creyó que se iba a recuperar, sobre todo después del incendio. Los resultados están a la vista", señala Ilonka Csillag, presidenta de Procultura.
La madrugada del 9 de abril de 2013, las primeras imágenes televisivas daban cuenta del incendio que afectaba la parte alta del palacio, destruyendo la mansarda y sus estatuas alegóricas en la cúspide (ver recuadro), además de las dos alas del tercer piso. En una de las plantas, la famosa Confitería Torres se salvó de la destrucción.
Pero tras cinco meses de trabajo, en diciembre pasado el palacio recuperó parte de su grandeza gracias al brillo de esa fachada. El equipo realizó refuerzos estructurales y trabajó sobre la línea art decó original, remarcando la prestancia de los ornamentos: balaustradas, cariátides, ménsulas, cornisas, pilastras, capiteles y abalconamientos, dañados no solo por el incendio, sino también por la lluvia, el esmog, los temblores, e incluso los nidos de palomas. También se recuperaron sus enormes puertas y ventanas.
"Un trabajo clave fue el decapado, donde trabajaron cinco restauradores con bisturí en mano para retirar las capas de pintura de toda la...
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