Paisaje urbano desde la frontera Juarez-El Paso. Mapeando manifestaciones de arte urbano desde el bordo. - Vol. 46 Núm. 137, Enero 2020 - EURE-Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos Regionales - Libros y Revistas - VLEX 870569949

Paisaje urbano desde la frontera Juarez-El Paso. Mapeando manifestaciones de arte urbano desde el bordo.

AutorCeniceros, Brenda

Introducción

La delimitación espacial del siguiente trabajo comienza con la frontera México-Estados Unidos, la cual presenta regiones muy diversas, con importantes diferencias tanto en la permeabilidad de la línea fronteriza, como en el carácter rural o urbano de las áreas aledañas y en sus condiciones físicas, entre otros aspectos. Algunos lugares se han constituido en importantes zonas de contacto, interacción y cruce internacional, siendo uno de los más importantes la región Ciudad Juárez-El Paso. Ciudad Juárez se localiza en el norte del país y comparte cerca de 51 kilómetros de línea fronteriza con Estados Unidos.

Este territorio, o serie de territorios compartidos, se caracteriza por la presencia de un intercambio constante de personas, mercancías e ideas, que tiene profundas raíces históricas. Tales interacciones abarcan desde los intercambios políticos y comerciales, hasta los movimientos de resistencia, de apropiación del espacio, materializados en un abanico de historias compartidas. La información económico-política ha dejado profundas huellas en la historia de la frontera; la migratoria, igual. Sin embargo, al estudiar la región fronteriza desde una mirada espacial arquitectónica, se advierte un vacío. Es allí que se examina la aparición de rastros de resistencia, materializados en la apropiación del espacio físico de la frontera como evidencia de identidades compartidas. La línea fronteriza se transforma en un concepto que va más allá del planteamiento meramente conceptual del dibujo geográfico, para trasladarse a una imagen tridimensional, edificada con elementos físicos, históricos y contemporáneos, a manera de palimpsesto del paisaje urbano. Esta serie de elementos son delimitados por la presencia natural del río Bravo, lo cual crea un borde natural y, a la par, el bordo del río. El bordo es el lugar a lo largo de ambos lados del río, la delimitación natural de la frontera Ciudad Juárez-El Paso, como una contención de tierra o concreto destinada a evitar inundaciones y que, del lado mexicano, las personas llegan a utilizar como un espacio transitable. Tiene distintos grados de apropiación y uso: en algunas partes se utiliza como un corredor; en otras, como debajo de los puentes internacionales, donde es de concreto, el bordo es un espacio para las manifestaciones artísticas y eventos de resistencia y protesta.

A lo largo del escrito se presenta el análisis cualitativo, exploratorio de esta realidad, un estudio de diseño no experimental y de corte transversal--abarca desde 2008 a 2018--, con un alcance interpretativo. En esta tarea, materializada en una serie de mapeos, se utilizaron como herramientas los recorridos etnográficos, el acopio de información hemerográfica y la documentación visual de los sitios.

Marco conceptual

La frontera como espacio urbano simbólico

Lo urbano se pasa el tiempo autoorganizándose lejos de cualquier unificación, en agrupamientos muchas veces instantáneos. La calle y los demás espacios urbanos del tránsito son escenarios de un infinito potencial en forma de pequeños o grandes estremecimientos o acontecimientos que expresan una vocación aleatoria. Como lo son de prodigios, también lo son de catástrofes. El suceso urbano es tan arbitrario que no se puede rastrear su génesis o sus consecuencias. Roland Barthes desarrolló el concepto de "incidente", que es mucho menos fuerte que el de "accidente", pero tal vez el más inquietante es aquel que piensa un "grado cero del acontecer que es tan solo lo que cae dulcemente como una hoja sobre el tapiz de la vida" (Ruiz & Delgado, 1999, p. 186).

La frontera como espacio urbano que se construye socialmente dentro de diferentes esferas--cultural, económica, política, artística, mediática--, es en sí un espacio que se encuentra dotado de significado por fenómenos estéticos, lo cual genera producciones simbólicas. A todo espacio se le atribuyen significados, ya que todos ocupan un lugar y son ocupados, visualizados, contemplados o apropiados por las personas, quienes los perciben, los trasgreden y los interpretan. Para Silva (2006), el espacio urbano es visualizado como "una densa red simbólica en permanente construcción y expansión" (p. 14), la cual se implanta gracias a las imágenes urbanas que se construyen dialógicamente. Es un lugar de acontecimientos culturales, y escenario de los eventos y efectos de imaginarios urbanos compartidos. Estos imaginarios, señala Silva, son entendidos como una construcción de realidades afectadas, de objetos que no se pueden medir por métodos tradicionales, que constituyen "un hecho de proyecciones grupales de naturaleza estética" (p. 4).

Valenzuela Arce (2014, p. 18) nos dice que las fronteras son espacios urbanos simbólicos, ya que se presentan como sistemas de clasificación social que toman en sí mismos elementos significantes y significados. Estos sistemas operan en la cotidianeidad y se estructuran a partir de diferencias y desigualdades, como pueden ser ciertos símbolos nacionales, el color de piel, el sexo, el idioma, los emblemas religiosos o las estéticas reconocibles. En las fronteras, al hacerse presente la relación entre los emblemas de clasificación y la distinción sociocultural, aparecen las resistencias culturales.

La frontera como lienzo de manifestaciones de arte

La ciudad como obra de arte es el máximo ejemplo de la unidad cultural (Romero, 2009). Este planteamiento de entender la ciudad como un espacio donde la cultura visual se desarrolla colectivamente en interacción con los aspectos sociales, políticos y urbanos, nos ayuda a considerar la frontera como un espacio apropiado para manifestarse a través del arte. Henry Lefebvre, por su parte, llamaba a la ciudad "a living work of art", ya que se crea a través de las acciones de sus habitantes. El arte tiene un rol dentro del espacio urbano; además de su función estética o de embellecimiento de la ciudad, o de decoración de la imagen urbana, puede ser un sostén de la memoria colectiva y de la significación del espacio. Las intervenciones de arte urbano son un fenómeno simbólico (Thompson, 1993), y las imágenes que proponen poseen relevancia social y un propósito público. Se dan en ellas aspectos de armonía y sincronía; se proyectan en marcos públicos e intelectuales, culturales y políticos; y constituyen un lenguaje que posee el poder de ser interlocutor de los habitantes urbanos.

La reflexión sobre la ciudad y el arte que allí se plasma gira en torno a los elementos que esta aporta para la creación. En esta perspectiva, la creación contiene los referentes urbanos y la ciudad misma se hace objeto de arte. Es decir, se está frente a "la producción de un medio urbano como obra maestra de las sociedades humanas" (Velasco, 2015, p. 112). La frontera como espacio urbano, contenedor de lienzos, lugares para las manifestaciones visuales, es donde productores de estéticas urbanas encuentran los insumos necesarios para sus creaciones (la apropiación territorial, la clandestinidad, la comunicación directa con otro país, la activación mediática), y también un público y las instalaciones para su ejercicio artístico. La pieza urbana requiere de un medio, y el medio que le otorga la frontera es ideal para algunos tipos de manifestaciones visuales, como son los murales, la gráfica urbana, los monumentos, las fotografías (de arte y periodísticas), y las performances (de arte y políticas). Además, el espacio fronterizo motiva la obra de arte por su fuerte significación como lugar de tránsito y de encuentro, de despedida, de bienvenida, de reconocimiento de diferencias y de similitudes, y sitio histórico de actos de resistencia.

Al analizar la noción de poder respecto de la producción artística y sus implicaciones, se concluye que el arte en el espacio de la frontera se vuelve evidencia del ejercicio de poder con relación al territorio. Desde el poder se decide (entre muchas cosas) la manera en que se distribuye el territorio, y hay en la "utilización" del arte la oportunidad de dejar constancia de dicho ejercicio del poder como una marca histórica--por así decirlo--de la apropiación del espacio. Inversamente, el arte también denota las formas de dominio, convirtiéndose así en un "desafío". Finalmente, es en el espacio urbano donde cualquier manifestación, opositora o no, cobra sentido. Esencialmente, el arte--en tanto percepción--encuentra su espacio natural en la ciudad, ya que es en ella donde abona la conciencia humana, donde se da el encuentro. Los ejemplos abundan: catedrales, museos, teatros, galerías, aceras y demás. En el caso de la frontera, se localiza en los elementos físicos delimitantes (o no): los puentes, el canal, el bordo, y los muros fronterizos.

La frontera como paisaje mediático

Anteriormente, el paisaje urbano y el arquitectónico eran concebidos como un conjunto de lugares en los que se vive, existe y sucede la vida urbana. Es a partir de esta noción existencial de la experiencia que los lugares se exploran a través de la percepción de hábitos directos, corpóreos, contiguos, afines entre los lugares. Se pueden realizar representaciones en los lugares--gráficas, literarias, fotográficas, pictóricas, etcétera--, ya que "todo proceso de representación es una segunda versión, una imitación sustitutoria", una manera de conocer las arquitecturas y los paisajes urbanos como datos ineludibles, necesarios, en la aproximación hacia a la realidad urbana (De Solà-Morales, 2002, p. 110).

Al presentar una visión paisajística, se propone visualizar el paisaje desde una concepción mediática, donde "una teoría del paisaje debe ser hoy una teoría de los medios sin temor ni la angustia de que estemos propagando procedimientos múltiples carentes de rigor y permanencia" (p.118). Las representaciones y manifestaciones que se dan en los lugares urbanos son narradas con las imágenes del paisaje y de la arquitectura, siendo mediatizados, a la vez, el paisaje y la arquitectura a la par, ya que el paisaje será hoy, en palabras de Ignasi...

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