'Este país boicotea a sus artistas'
La casa de Guadalupe Bornand es un espacio poblado de carteles enlozados, pipas de aguas, relojes. Con un jardín con variadas esculturas mapuches y un baño en el que se amontonan más de un centenar de dioses y santitos, incluyendo un santo traficante mexicano con un fajo de billetes en la mano.
Es un espacio que esta mujer de casi 60 años pareja, socia, directora de arte, ambientadora y vestuarista de uno de los cineastas más destacados del país convirtió a través de los años en el escenario de su compulsión.
Crear mundos, esa es mi pasión. La casa ha cambiado doscientas mil veces. Me gustan las mezclas, me gustan los objetos. Soy compulsiva y mi compulsión va mutando dice.
Por estos días Guadalupe Bornand Lupe volcó esa compulsión hacia la restauración, un oficio relativamente nuevo para ella, que ha llenado sus días en los últimos años y la llevó a participar de un proyecto que la tiene particularmente orgullosa: la recuperación de la cúpula de la Iglesia de los Santos Ángeles Custodios en Providencia, que llevaba cinco años cerrada debido a su deterioro, y fue abierta al público y reinaugurada oficialmente el 22 de septiembre pasado, después de un año y medio de trabajos.
Fue una experiencia espectacular. Fue un trabajo grande, completamente gratuito, que nos requirió ir tres o cuatro veces a la semana durante siete u ocho horas por día. La sensación es que, por un lado, fue maravilloso, pero, por otro, no fue lo suficientemente reconocido. Por eso ahora estamos preparando un libro con imágenes que registran el antes y el después, el proceso, y con algunos poemas.
La desilusión de un artista
Restaurar la cúpula de la Parroquia de los Santos Ángeles Custodios tuvo sus retos. La iniciativa surgió cuando el profesor italiano Lorenzo Casamenti, director del Departamento de Restauración y Conservación de la Escuela Lorenzo de Medici en Florencia, en convenio con la Municipalidad de Providencia, invitó a alumnos de la Escuela de Artes Aplicadas a recuperar las pinturas, los decorados y las doraduras de la iglesia. El grupo que finalmente hizo la restauración lo compusieron Ilse Barends, Lupe, y su asistente personal hace 14 años, Luis Yáñez. Trabajaron bajo la supervisión de una restauradora que se unió de manera voluntaria al proyecto, Jacqueline Peña. Mientras Luis se dedicó a los dorados, Lupe estuvo a cargo de las pinturas. Ella poco a poco fue desarrollando su propia estrategia de trabajo.
Cuando las cosas se ponían difíciles, porque, por ejemplo, la pintura no agarraba, yo sacaba una moneda de mi cartera y se la ponía delante al santo. Lo chantajeaba dice, riendo de buenas ganas. Empezaba con una moneda de 50, si no funcionaba, ponía una de cien y si estaba muy complicado todo, una de 500.
Fue hace cinco años que la directora de arte optó por tomar clases de restauración. Ya no asiste a la...
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