El padre de los niños olvidados - 12 de Agosto de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 691192157

El padre de los niños olvidados

A fines de abril, una monja vino con una niña que parecía esqueleto al hospital pediátrico de Kimbondo, un empobrecido barrio agrícola de Mont Ngafula, una comuna a 30 kilómetros al sureste de Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo.

La niña tenía 2 años, pero su cuerpo parecía de 10 meses. La desnutrición, la anemia, los parásitos y las llagas que cubrían su piel oscura habían roído su cuerpo y su ánimo. Apenas sostenía su mirada. Tampoco lloraba. La religiosa congoleña la traía desde un orfanato para entregarla: en su institución, explicaba la mujer, ya no podían cuidarla ni alimentarla. Los médicos de inmediato llamaron al director de Pediatría para que se hiciera cargo. Conocían el proceso: recibir niños abandonados es algo que hacen desde hace décadas.

En las semanas previas a la llegada de Tamara, la Pediatría de Kimbondo recibió cuatro niños en similares condiciones. A Cristina y Marc los habían traído desde orfanatos de otros sectores de Kinshasa. Emanuelle y Menge fueron dejados por sus padres en las salas del hospital. Todos se quedaron en la Pediatría, que también tiene hogares-orfanatos con más de 450 niños y adolescentes que fueron arrojados a su suerte. Todos cargan con enfermedades como drepanocitosis -un trastorno hereditario predominante en África que daña los vasos capilares y que afecta los riñones, el cerebro, los huesos y otros órganos-, tuberculosis, malaria o tienen problemas mentales o psicomotores. El VIH corre por la sangre de muchos, sin contar quienes ya han desarrollado el sida. Otros fueron abandonados porque los acusaron de ser "niños brujos", de ser ndoki. Aquí, como en algunos otros sectores de África Central, existen familias que tildan de malditos a sus hijos enfermos o culpan al menor del grupo si sobreviene una muerte, un problema económico o cualquier otra crisis. Dicen que está embrujado y lo echan de su casa.

-Eso sucedió con Tamara. Su familia la abandonó y dejó de alimentarla. La olvidaron.

El sacerdote claretiano Hugo Ríos es el director y fundador del Hospital Pediátrico de Kimbondo. Este hombre de 67 años, nacido en Chile, formado como pediatra en una universidad de Córdoba, Argentina, y que a comienzos de los 80 llegó destinado por su congregación al África, tomó a la niña y la llevó al sector de neonatología. La bautizó como Tamara (las monjas del otro orfanato la llamaban Life) y la inscribió ante las autoridades locales con su apellido.

-Era la única forma para que existiera dentro del sistema.

Desde que en 1989, Hugo Ríos arribó a lo que entonces era un sitio descampado en las afueras de Kinshasa para iniciar su pediatría-orfanato, ha inscrito centenas de niños con su apellido. Esta tarde de comienzos de junio, mientras sostiene a Tamara en sus brazos en el sector destinado a los niños menores de 5 años, dice:

-Los niños llegan sin papeles, muchos ni siquiera han sido inscritos y buscar sus orígenes es una pérdida de tiempo, lo que importa es salvarlos.

En las cunas que rodean a Tamara, los niños apenas se mueven:

-Este es otro mundo.

La República Democrática del Congo es inescrutable. Es un país que apabulla. Un territorio gigantesco: es la segunda nación más extensa de África. Aquí viven cerca de 80 millones de personas. Aquí, las palabras pobreza, inseguridad y miedo aparecen con facilidad. Aquí se cree que se originó el sida y el ébola. Aquí, la violencia es algo concreto.

Este país...

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