'Pablo ya ha pagado con creces'
Así recuerda el abogado Jaime Undurraga el día en que su hijo Pablo lo llamó para decirle que junto a Carolina Vargas, su pareja, estaban esperando un hijo.
-Estaba tan feliz -dice.
Pablo Undurraga fue condenado la semana pasada por el Tribunal de Garantía de Quilpué a cinco años de cárcel por el delito de homicidio calificado de un recién nacido, en 2012, asesinado en una hoguera por Ramón Castillo, alias Antares de la Luz, el líder de la secta de Colliguay, quien se suicidó poco después en Perú cuando era buscado por la policía.
Junto a Undurraga, también fue condenada Natalia Guerra, la madre del bebé, a la misma pena por parricidio consumado. En tanto, el resto de los exmiembros de la secta recibieron tres años, que cumplirán bajo libertad vigilada.
Sentado en el living de su casa en Vitacura, Jaime Undurraga dice:
-Por eso la sentencia es tan frustrante, ellos han tratado de reconstruir su vida y lo han logrado, y ahora volver a lo mismo... No se entiende.
Su voz se quiebra a ratos. Su cara y especialmente sus ojos denotan el cansancio por lo que ha vivido en los últimos años, sobre todo en las últimas semanas, porque pensaba que su hijo, al aceptar el juicio abreviado, también iba a cumplir la pena bajo libertad vigilada.
Sin embargo, la jueza desestimó que Pablo Undurraga y el resto del grupo sufrieran de "delirio místico compartido" al momento del crimen del lactante, a quien Antares de la Luz consideraba el Anticristo. Según el fallo, el grupo siempre tuvo "plena libertad de acción, mantenían comunicación con sus familias y con el mundo exterior, desarrollaban otras actividades, tuvieron la oportunidad de pedir ayuda" y "demostraron conductas en que claramente eran conscientes del carácter del ilícito". Eso se notó, sigue la sentencia, en que al momento de los hechos los exmiembros de la secta lloraron y se taparon los oídos "para no escuchar", entre otras cosas.
Bajo ese argumento, la jueza no acogió la tesis de "imputabilidad disminuida" que esgrimió la defensa de los acusados, al considerar que Pablo Undurraga y Natalia Guerra participaron activamente en el sacrificio.
-Quedé muy preocupado por cómo se han tergiversado las cosas. Porque si este caso con el contexto es horrible, sin él contexto es monstruoso. Aquí la jueza dice que prácticamente se trata de un grupo de amigos que se dedican al carrete y que dejan la embarrada. Esto no es así. Esta era una secta destructiva, con un líder que bajo la técnica del control mental, les quitó la voluntad.
Jaime Undurraga dice que sabe de lo que habla. Desde que estalló el caso se ha dedicado a estudiar el fenómeno de las sectas. Ha publicado sobre el tema en la revista de la Sociedad Chilena de Salud Mental y hasta escribió en 2014 el libro Mi hijo atrapado por una secta.
-Acá hay 19 profesionales pedidos por el Ministerio Público y la defensa que dicen que Pablo sufrió delirio místico compartido. Además, el fiscal le pidió un...
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