Pablo Larraín 'El verdadero legado de Pinochet fue transformarnos a todos en héroes de la codicia'
La cámara del zoom se prende y aparece Pablo Larraín, en una habitación de hotel, de techo alto y molduras en las paredes. Desde hace varias semanas, el cineasta se encuentra en Budapest, en la preparación del rodaje que iniciará a fines de octubre, su undécimo largometraje (titulado provisoriamente "Maria") y en el que Angelina Jolie interpretará a la legendaria cantante lírica Maria Callas; pero como suele ocurrir con Larraín, su cabeza está en más de una parte a la vez.-Estoy en medio de un momento extraño, ese instante en que uno entrega una película al mundo y al mismo tiempo empieza otra. Es un ejercicio interesante, vamos a ver qué ocurre.El trabajo en torno a este nuevo proyecto quizás lo absorbe; sin embargo, parte importante de su día se va en gestionar los últimos detalles de la película que está a punto de estrenar: El Conde . La cinta participa en la selección oficial del 80º Festival de Cine de Venecia (debutó allí el pasado jueves) y llegará a pantallas chilenas el jueves 7 de septiembre, para luego ser estrenada mundialmente a través de Netflix el día 15. Es, por lejos, el debut más masivo de su carrera y eso hace sentido considerando que el nuevo trabajo del director es en torno a la figura de Augusto Pinochet.Pero no se trata de una narración histórica basada en hechos reales, sino todo lo contrario. El Conde es -al mismo tiempo- una cinta de terror, una comedia negra, un relato del llamado género fantástico: en una derruida y alejada hacienda ovejera de la Patagonia, Pinochet (Jaime Vadell) y su mujer, Lucía Hiriart (Gloria Münchmayer), viven en secreto desde los funerales oficiales del este, en 2006. La voz de una narradora en lengua inglesa nos explica que este montaje era necesario, porque, aunque él mismo lo quiera, Pinochet no puede morir. Pinochet es un vampiro. Ha estado dando vueltas, haciendo la guerra y envuelto en conflictos desde hace más de 200 años, solo que ahora último ya no da más. Denostados su gobierno y su figura, le solicita a su fiel mayordomo (Alfredo Castro) que simplemente no lo alimente más. Sin embargo, unos extraños y salvajes crímenes ocurridos en Santiago, y con víctimas cuyo corazón ha sido desgarrado, alertan a los hijos del exdictador (Antonia Zegers, Amparo Noguera, Diego Muñoz, Catalina Guerra, Marcial Ruiz-Tagle). Son ellos los que viajarán a confrontar al centenario general, pero también a cobrar esa herencia que llevan esperando una eternidad.Larraín -quien pidió concentrar esta conversación exclusivamente en su cinta-está consciente de que la premisa de su película sacará ronchas en más de algún sector, pero ello dista de ser la primera vez: el cineasta ya fue fustigado hace una década por plantear en NO (2013) la dimensión publicitaria de la campaña del plebiscito de 1988, y cuando el trailer del nuevo filme fue liberado, hace un par de semanas, hubo voces en redes sociales que cuestionaron su aproximación al tema e incluso su propia idoneidad para narrarlo.-Sería iluso decir que esta película no habita un sector político. Esta película habita en el sector de los derechos humanos, de las víctimas y del absurdo del conflicto ético que se genera cuando alguien cree que en este mundo es más malo robar que matar. Hace unos años vi una obra de teatro dirigida por Rodrigo Pérez, con textos de muchas fuentes distintas, y el primero era: "Hemos venido a traerles un problema y a invitarlos a cargar con él". En el mejor de los casos, el cine puede precisamente hacer eso. Plantear una problemática en escena e invitar a su audiencia a sopesar, a hacerse cargo de sus implicancias. Ojalá lo hayamos conseguido.-Más allá de temáticas y contingencias, hace un tiempo dijiste que, tras El Conde y Maria , comenzabas a cerrar un ciclo.-Puede ser, sí. Cada una es parte de un ciclo distinto. La primera tiene que ver con la historia reciente de Chile y se conecta directamente con esa trilogía formada por Tony...
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