La Orquesta Sinfónica de Chile merece un teatro propio - 2 de Enero de 2011 - El Mercurio - Noticias - VLEX 236237382

La Orquesta Sinfónica de Chile merece un teatro propio

Ahora conducida por Francisco Rettig (el titular es el polaco Michal Nesterowicz), y junto al Coro Sinfónico U. de Chile y los solistas Claudia Pereira, Lina Escobedo y Gonzalo Tomckowiack, este 7 de enero volverá a tocar. Con la Novena Sinfonía de Beethoven, la orquesta saludará el aniversario número 70 de ese nacimiento, que también es histórico.

La lucha que brindaron Carvajal y un grupo de músicos alineados desde 1926 llegó hasta el despacho del propio Presidente Pedro Aguirre Cerda. Con un pasado como educador, el Mandatario rememoró su famoso lema "Gobernar es educar", y promulgó, así, una ley para la creación de una orquesta (N° 6.696), aprobada en 1940 por el Congreso.

"En Chile sólo había orquestas amateurs. La Sinfónica se constituyó con los mejores músicos de la época, que llegaron a sus puestos por concurso. Muchos de ellos eran europeos que venían huyendo de la Segunda Guerra con sus instrumentos", dice el violinista Alberto Dourthé, concertino de la agrupación desde 1991.

Desde entonces ese historial ha sido imparable (ver recuadro). Sobre todo, a partir del largo aliento de sus temporadas de conciertos, consolidadas bajo el mando del fundamental Víctor Tevah desde 1947.

Partituras chilenas

"A pesar de que el financiamiento que tiene en la actualidad no corresponde en absoluto al que le fija dicha ley, que no ha sido derogada, la orquesta ha cumplido a cabalidad con su misión: la presentación de obras capitales del repertorio universal, latinoamericano y chileno", afirma el musicólogo Luis Merino.

Ya con el primer concierto en el Municipal, la orquesta daba muestras de su tarea. Esa misma noche de 1941 se tocaron obras de los chilenos Enrique Soro, Pedro Humberto Allende y Alfonso Leng, alternadas con piezas de Bach, Mozart y Wagner.

Sin embargo, en su historia de triunfos también existe una asignatura pendiente. La carencia de una sala de conciertos estable y acorde a su categoría ha sido un molesto asunto que viene desde 1955, cuando la Sinfónica dejó de tocar en el Teatro Municipal. "Entonces empezamos un largo peregrinaje. Primero en el Astor, después en el Gala, y ahora estamos en el ex Teatro Baquedano", decía en 2008 el trombonista Enrique Pino, el último de los músicos fundadores, fallecido ese año.

Ese recinto ubicado en Plaza Italia tampoco es un teatro, sino un cine refaccionado para maquillar la acústica insuficiente. Para algunos, impresentable. Dourthé lo ha vivido por 20 años. "Muchos rectores nos han prometido...

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